viernes, 30 de mayo de 2008

céline dixit


Amigo mío -me confió-, el tiempo pasa y no trabaja a mi favor... Mi conciencia es inaccesible a los remordimientos, estoy libre, ¡gracias a dios!, de esas timideces... No son los crímenes los que cuentan en este mundo... Hace tiempo que se ha renunciado a eso... Son las meteduras de pata... Y yo creo haber cometido una... Del todo irremediable...

MEMORESCENCIAS 13

Enseguida comprendí de qué iba aquello: era como meterle el dedo en el chichi a la niña y que siguiera sonriendo. La escuela oficial con su historia mutilada, los grandes próceres y caudillos que ayudaron a crear una España una, grande y libre. Las fórmulas precisas para aprender a sumar los futuros salarios y las horas extras.
Meterse un poco a fondo para librarse de la vara y los insultos, las collejas y los coscorrones. La letra con sangre entra.
Así que enseguida fui de los primeros. Le metías el dedo en el culo al maestro franquista bigotudo y malaleche y le hacías sonreír triunfalista, parece que mis lecciones no caen en saco roto, se decía, contento, y repartía la leche del recreo que nos regalaban los americanos como refuerzo nutritivo a cambio de mantener sus bases militares en primera línea de este atlántico.
Una generación de señores bajitos esmirriados era suficiente para la propaganda interna y la imagen de los ministerios exteriores. Eso sí, bien fibrosos y de alto rendimiento para el rudo trabajo de antes de la máquina, cuando los burros y el comienzo de la bicicleta. Los coches eran ministeriales y contrabandistas.
Saberse la lección cuando te sacaban al encerado era un acto de fe. De fe nacional. Los que no la sabían volvían a casa marcados en las piernas, bajo la línea de los pantalones cortos, que había que ahorrar tela. Era la roja marca de la ofensa a la nación y a dios, pero sobre todo al bigotudo de mala ostia responsable de nuestra educación y nuestro encarrilamiento primario en la obediencia.
Olía a rancio, a viejos pergaminos conventuales y a espíritu nacional, el culo del maestro. Él se reía y yo me iba librando de las marcas. Pero sin descuidos. Por suerte no me costaba gran esfuerzo aprenderme todas aquellas gilipolleces. Ya digo, siempre en primera línea, entre los más listos, entre los que despuntaban en el sombrío panorama de miseria y trabajo que había hundido las espaldas de nuestro padres, aquellos rojos, aquellos perdedores, y que aguardaba acechante a la generación siguiente, herencia de la carne y de la muerte.

miércoles, 28 de mayo de 2008

céline dixit


Todo lo interesante ocurre en la sombra, no cabe duda. No se sabe nada de la historia auténtica de los hombres.

MEMORESCENCIAS 12

¿Acaso crees que te tengo miedo?, me preguntó el viejo extraperlista de Toulouse en pleno debate sobre la proyección del anarcosindicalismo en una sociedad que lo ha legalizado y espera de él que funcione dentro de unos parámetros de autocontención viables para su participación en el nuevo escenario democrático.
El planteamiento fue tan claro como la escisión que se produjo después: ¿debíamos comportarnos como un sindicato más y crecer en número de afiliados para fortalecer su estructura y su capacidad de acción o por el contrario debía de importarnos un huevo el desarrollo afiliatorio del mismo y ofrecer una alternativa diferente al neosindicalismo reformista y dependiente de los dos grandes bloques partidistas donde se estaba aglutinando la izquierda?
De este planteamiento surgió una inesperada paradoja: los viejos militantes que nos habían mostrado el camino tan sólo deseaban una cnt grande, capaz de competir en el mismo terreno que los demás sindicatos, mientras que los jóvenes deseábamos ofrecer una alternativa ácrata en el panorama laboral, un verdadero sindicato independiente de los partidos, de la patronal y del Estado. Los anarcosindicalistas históricos, los supervivientes se habían vuelto viejos, descreídos y reaccionarios.
Y ahora me preguntaba si yo creía que me tenía miedo. Miedo de un discípulo que siempre lo había respetado, miedo de alguien que lo quería como a un segundo padre.
Me pregunté si estaba chocheando, pero su cara de mala ostia me hizo tomar la decisión: le tiré el carnet a la cara y no lo volví a ver en la puta vida. Ni siquiera estuve en su entierro.
Ahí terminó mi relación con el sindicalismo, con la política democrática y con cualquier grupo de acción social.
No me vino mal en ese momento porque estaba a punto de irme a la mili y una filiación anarquista no me convenía demasiado para la vida cuartelaria. Esos vínculos, una vez legalizados y con cuotas mensuales, listados y archivos siempre llegan a la policía y de ahí a los militares. En todas las organizaciones existen topos que trabajan para el gobierno y sacan fotocopias.
Se produjo la desbandada general y la escisión costó muchas bajas en las filas cenetistas. Los que lucharon por un sindicato más grande a cualquier precio, perdieron la batalla, porque todavía la sociedad no estaba preparada para militar en un sindicato que había sido masacrado por el fascismo unas décadas atrás. Y además, las corrientes ideológicas mayoritarias, socialistas y comunistas, tenían sus propios sindicatos, la ugt y ccoo, como se decía entonces, correas de transmisión de sus respectivos partidos.
Así fue que me quedé, como tantos otros, en solitario, eso sí, tirándome a la hermosa rubia, el más precioso botín de aquella corta guerra, y a la espera de enfrentarme con el enemigo, pues en aquella época no existía ni una ley de objeción de conciencia ni un movimiento de insumisión que pudieran librarme de él.

martes, 27 de mayo de 2008

céline dixit


Cuando llega el momento del mundo al revés, y preguntar por qué te asesinan es estar loco, resulta evidente que no hace falta gran cosa para que te tomen por loco.

MEMORESCENCIAS 11

Es cierto que circula tu vida por tu mente cuando vas a morir. No como una película de secuencia lineal sino en forma de fotogramas discontinuos y asíncronos. A una velocidad vertiginosa, como si quisieras apurar, recuperar en unos instantes, los instantes de vida que te quedan, todos esos recuerdos importantes que habitan tu memoria. Y también secuencias inconexas de tu futuro y de tus esperanzas, de aquello que jamás podrá llegar a ser.
Lo bueno que tenían aquellos barrios surgidos de la nada, al amparo de un desarrollismo industrial voraz y necesitado de viviendas obreras de bajo coste y peor calidad, era que colindaban con la naturaleza. No había vallas de autopistas ni barriadas vecinas ni cierres de chalets o explotaciones agrarias. Tan sólo campo y monte. Con suerte un riachuelo no lejano.
Vivíamos en el río, merendábamos subidos a los árboles. Nos convertíamos a temprana edad en grandes exploradores del misterioso, a veces impenetrable verde que se derramaba alrededor, por los cuatro costados de aquellos bloques homogéneos de hormigón y ladrillo y sus calles de asfalto.
Era como habitar dos mundos. En invierno ocupábamos con nuestros juegos los pequeños espacios disponibles entre los edificios, pero en verano nos abríamos hacia un espacio ilimitado, siempre por descubrir a medida que íbamos creciendo y alejándonos del gris urbano.
Así fue como llegué, con un par de amiguetes ansiosos de exploración, río arriba, hasta la ruta de tierra que sorteaba una presa de agua que posiblemente alimentaba de electricidad a los pequeños pueblos de alrededor. Era una zona de bosque cerrado con un pequeño sendero que a veces nos obligaba a cambiar de orilla. Un riachuelo de bajo caudal que cruzábamos sobre algunas piedras o sobre un par de troncos colocados para ese propósito.
Pero una vez sorteada la presa, el camino continuaba por la vertiente de una colina y la profundidad de las aguas aumentaba hasta formar en algunos puntos pozas bien profundas. Tenía diez años y no sabía nadar.
Llevábamos un palo improvisado para ayudarnos a caminar más seguros, pero el mío se rompió y caí desde el camino a una de esas pozas.
Cuando caes al agua desprevenido, sin tomar aire previamente, lo primero que se establece en tu interior es una lucha entre el sistema autónomo respiratorio, que desea seguir respirando, y tu consciencia indicándole que no debe hacerlo, porque lo único que conseguirá será llevar agua a tus pulmones.
Pero esa lucha no dura gran cosa y uno de los dos ha de conseguir su objetivo.
Recuerdo, entre todo ese amasijo de fotogramas pasados, presentes y futuros revoloteando en mi memoria, que intenté respirar dos veces, a ciegas e histérico de miedo, manoteando instintivamente, pero no tragué agua. A la tercera ya había sacado la cabeza y tomaba aire, a la vez que me sujetaba a la raíz de un árbol que encontré en mi mano.
Enseguida llegaron mis amigos y me ayudaron a salir, aunque ya tenía la certeza de haberme librado de la muerte.
Era un soleado día de julio. Subimos a un claro de la pendiente y me quité la ropa. Estaba jubiloso, lleno de una euforia y una locuacidad que nos dejó alucinados a los tres.
Ahora, en la distancia, supongo que fue producto de la adrenalina que había liberado mi cuerpo. Me sentí renacido. Un segundo nacimiento, desnudo, recibiendo el tibio sol de la tarde sobre mi cuerpo. Un nacimiento alegre, sin lágrimas, sin miedo, mis pies sobre la hierba, firmes, seguros, abriéndose de nuevo, pero ahora con más fuerza, a todos los senderos.

lunes, 26 de mayo de 2008

céline dixit




La tristeza del mundo se apodera de los seres como puede, pero parece lograrlo casi siempre.

MEMORESCENCIAS 10

Pasé una mala época. No fue fácil adaptase a la soledad después de vivir con tanta gente o con tanto amor alrededor, desde que nací. Y la pérdida de la estudiante, ahora opositora, me dejó bastante deprimido. Pero no me planteé ni por un segundo regresar a la casa de mis padres. Volver a los viejos olores y a los penosos estertores de mi madre.
Sin embargo, cuando más solo estaba, apareció un montón de peña. Todo empezó con un viejo cenetista exiliado a Toulouse, dedicado al extraperlo entre los dos países y retornado a España desde hacía cinco años. Trabajábamos en la misma obra, de instaladores. Estaba reconstituyendo la cnt con la ayuda de algunos viejos amigos. Era la época de las asociaciones políticas, impulsadas por el sector más vanguardista de la derecha franquista, a la búsqueda de nuevos horizontes comerciales, pero todavía no habían legalizado la cnt ni el pc. Me había pasado unos folletos sobre anarcosindicalismo, acción directa, autogestión y todo eso.
Un día me invitó a su casa para una reunión, en realidad se trataba de formar la sección de la construcción del sindicato en la villa. Y le dije que sí.
Éramos media docena de personas, pero quedó constituida. Estuvimos durante un año reuniéndonos con las demás secciones en alguna trastienda de un bar o en merenderos de dueños simpatizantes, preparando estrategias de captación de socios, editando pegatinas y folletos, haciendo pintadas callejeras nocturnas, en fin, todo lo que podíamos hacer en la clandestinidad, sin unos locales propios.
Lo mejor de todo fue la gente. Un montón de personas a cual más rara y pintoresca. Como tenía piso propio, pues se pasaban por allí a escuchar música, intercambiar libros y opinar sobre la reconstrucción del mundo. Había de todo: anarquistas, ecologistas, vegetarianos, estudiantes de psicología, y hasta algunos hippies reciclados de los sesenta, que todavía se ganaban la vida con las pulseritas, aunque algunos empezaban a abrir negocios. Aprendí a respetarlos. Su filosofía pacifista y marginal todavía tropezaba con mis ideas, pero en otras cosas tenían buenas propuestas. Lo del amor y el sexo me parecía estupendo, quizá porque todavía estaba enamorado. Y la marihuana tampoco estaba mal. La verdad es que me lo empecé a pasar con todos ellos de puta madre. Entre capítulo y capítulo de Bakunin nos echábamos un porrete y unas parrafadas de lo más metafísicas. Fue una época de mucha lectura también. Y no sólo de filosofía anarquista. Conocí a Hermann Hesse, a Stendhal, a Goethe, a Zola, a Céline... a los existencialistas franceses: Sartre, Camus, Malraux... En fin, muy fructífera intelectualmente.
Pero lo mejor que me pasó fue encontrarme con una hermosa ácrata en mi cama a los dos meses. Tenía casi tres años más que yo, rubia alta, de ojos azules, despampanante. Y muy inteligente. Todavía hoy no me lo creo, la noche que se fueron los demás y ella se quedó allí, con una excusa cualquiera y la evidente intención de seducirme. Qué maravilla de mujer, nunca me había pasado nada igual. Y nunca había gozado tanto.
No sé si llegué a enamorarme de ella, porque ya estaba enamorado, o eso suponía, pero sí comprendí que eso del amor, ese elevado concepto que tenemos de él, a veces sólo son imaginaciones nuestras y casi nunca tiene nada que ver con el goce. Al contrario, es más fácil que nos haga sufrir, de una u otra manera, sobre todo cuando termina.
En cambio gozar por el simple hecho de hacerlo, sin otra aspiración que vivir y disfrutar del momento, y sin sentido alguno de la posesión o del poder sobre el otro, te da unas alas que no son terrenales. Eso fue lo que me enseñó la anarquista. Y a no sufrir cuando pierdes a alguien, porque siempre supiste que nunca fue tuyo. Era psicóloga, pero además una activa militante antipsiquiatra. Me contó que estábamos viviendo una época de cambios históricos irrepetibles, no sólo por la transición incruenta hacia la democracia, sino porque estaban a punto de cerrarse los manicomios y muy pronto íbamos a convivir con los locos, en la puta calle.
Continuamos juntos durante unos meses, en mi casa, hasta mi ingreso en el servicio militar obligatorio, coloquialmente, la puta mili. Allí tomé una de las decisiones más importantes de mi vida, por amor, sólo para dejar de perder el tiempo y volver a su lado.
Y allí habría de reencontrarme, curiosa paradoja, con la persona que más he odiado en esta vida. Muy pronto se convertiría en mi tercera víctima. Nunca he disfrutado tanto con un asesinato.

viernes, 23 de mayo de 2008

olvidos


Hay un recuerdo vital con cada muerte y un olvido mortal en cada vida.

MEMORESCENCIAS 9

A los trece o catorce años nos propusieron en la escuela de formación, a mitad del primer curso, un fin de semana de ejercicios espirituales. Eran unas prácticas frecuentes en la España franquista, aunque ya estaban tocando su fin. Se llevaban a una clase entera, o a varias, y la encerraban en un monasterio con pensión completa. Cuarenta o cincuenta púberes, quien más quien menos masturbándose a diario y huyendo despistadamente de las misas dominicales a las que nos obligaban nuestros padres a ir desde la primera comunión, aunque ellos no fueran.
Al principio parecía una excursión a un paraje maravilloso, en este caso muy cercano al mar, y con los gastos pagados. Quién se iba a negar y quedar, además, como un bicho raro.
Llegamos el viernes al anochecer y esa primera tarde nos dejaron pasear por los alrededores, hasta un pueblecito cercano, charlando y disfrutando del verde paisaje invernal. Una maravilla. Hasta compramos algún recuerdo del sitio para la familia.
Pero esa primera noche ya nos leyeron la cartilla: una serie de normas a la medida de un monje de clausura.
No podíamos hablar entre nosotros, ni salir del centro, ni siquiera movernos por su interior a nuestro antojo. Se programó un horario militarizado para las comidas, la siesta y la hora de dormir, así como para las únicas actividades disponibles: rezar en la capilla, escuchar las diatribas, a veces verdaderas tragedias griegas, de un cura especializado en manipular las mentes de jóvenes incautos y meditar a solas en la habitación.
También podías, entre medias, confesarte o pedir apoyo espiritual suplementario si lo creías necesario.
Nos invitaban muy amablemente a dormir en el suelo de madera, para hermanarnos con Cristo, o a pasar por la ferretería del santo lugar en busca de una buena fusta para olvidar los deseos carnales o de un férreo cilicio para martirizar el muslo y aplacar el creciente sentimiento de culpa que el hijoputa iba sembrando en las almas con cada discurso.
Fue la primera y la última vez que me hice daño a mí mismo, voluntariamente. Y fue la primera y la última vez que me lavaron el cerebro.
Salí de allí como un beato, evangelizando a familiares, amigos y a quien se cruzara en mi camino. Todavía fui un par de domingos más a la iglesia.
Por fortuna, la moral imperante alrededor, tardofranquista, renegada y hastiada del puto nacional-catolicismo que llevaba cuarenta años paralizando nuestra cultura y africanizándonos al otro lado del Pirineo, no me ayudó gran cosa en mi campaña apostólica.
Y algo dentro de mí que ha tirado siempre hacia la libertad, hacia la eliminación de cualquier yugo, transformó el sufrimiento que me infligieron en sabiduría atea.
Creo que me ayudaron en el fondo: una dosis tan elevada de espiritualidad sanguinaria y castrante te deja marcado y asqueado para toda una vida.

jueves, 22 de mayo de 2008

soledades




No existe libertad sin soledad, ni es posible la soledad sin compañía.

miércoles, 21 de mayo de 2008

MEMORESCENCIAS 8

Ciertamente, me sentí un poco preocupado porque a mí los tíos no me ponen, y correrme así, de aquella manera, me parecía muy poco natural.
La estudiante me ayudó mucho. Además de lo que yo había leído desde que empezamos a salir, para ponerme en sintonía con ella en las conversaciones, ya se sabe, los filósofos alemanes tradicionales, Kant, Rousseau, Schopenhauer... más lo que puse por mi cuenta, Desmond Morris, Masters y Jhonson, El informe Hite y algunos otros relacionados con la antropología y el sexo, con el fin de mejorar éste, el hecho de ir a vivir juntos y la seguridad de que su carrera tan sólo tendría una vía pedagógica de realización, nos sumergió a los dos en las lecturas de los psicoanalistas y pedagogos que más estaban influyendo en esos momentos, considerando que aún los centros psiquiátricos se encontraban en plena actividad y existía una corriente académica decidida a cerrarlos y poner a los locos en la calle, bien empastillados, pero conviviendo con los demás.
Así fue cómo me topé con la Psicología de masas del fascismo, de Wilhelm Reich, o con la corriente antipsiquiátrica de Laing y Basaglia. Los horizontes freudianos y lacanianos se fueron ensanchando con ello, a la vez que conocía la escuela libre de enseñanza de Ferrer y Guardia o las teorías de aprendizaje de doble vía desarrolladas por Paulo Freire.
Es decir, que estábamos aprendiendo y compartiendo cosas que nos hacían sentir una proximidad abrumadora, y como además el sexo iba tan bien, pienso que para ambos fue la etapa más feliz de nuestras vidas. Creo que estábamos realmente enamorados. Tanto me pareció así, que me animé a pedirle que tuviéramos un hijo. Tardaría mucho tiempo en volver a sentir algo parecido.
Por supuesto nunca le conté nada que pudiera enturbiar nuestra relación, pero hablando sobre las diferentes interacciones que surgen en la convivencia de pareja, incluidas las de poder, las de esclavo y amo, poseído y posesor, me recomendó un libro, cuyo autor no recuerdo, pero que solventó mis dudas definitivamente sobre lo que me había sucedido.
Se titula La erótica del poder, y explica a la perfección cómo esos roles que desarrollamos sexualmente, los trasladamos a la política, al trabajo y en definitiva a todas las relaciones que mantenemos con los demás, incluida la del criminal con su víctima, esa sensación de poder sobre la vida del otro que yo mismo había experimentado.
Aquello me hizo comprender y disipó las dudas sobre mis interferencias sexuales.
Estuvimos juntos durante unos tres años, hasta que terminó su carrera. Nunca decidió tener ese hijo. En cambio, intentó convencerme de que estudiara en la universidad a distancia, que sería la única forma de permanecer juntos tras las oposiciones que pensaba realizar, las cuales podrían llevarnos incluso a un mismo centro con un poco de suerte. Que entonces tal vez, ya veríamos, porque lo de electricista no tenía futuro, que se gana poco y anda uno casi a la intemperie, de aquí para allá y sin trabajo fijo. Que por lo menos hiciera peritaje y terminara una carrera media en mi profesión. Que si era poco ambicioso, que si pensaba quedarme así para toda la vida, de puto pelacables electricista...
Vamos, que la cosa se empezó a retorcer, la niña se propuso controlar mi vida y dirigir mi destino. De repente me dio la impresión de que no sabía nada, de que no había aprendido nada con toda su puta carrera y sus jodidas horas de universidad. Acabé enviándola directamente a la mierda, con las maletas en la puerta, porque al fin y al cabo el alquiler lo pagaba yo. El alquiler y todo lo demás.
Más tarde me enteré que en los últimos meses había estado follando y haciendo planes con un colega de la universidad, otro de su especie, que por supuesto se convertiría en su momento en otra de mis víctimas. A ella no podía matarla. Todavía hoy, aunque ya no la ame, me importa demasiado.


martes, 20 de mayo de 2008

MEMORESCENCIAS 7

Siempre me gustó leer. Gracias a mi padre, porque en esa época ni siquiera había bibliotecas en los barrios. En realidad gracias a mi tío, ya fallecido, una especie de herencia familiar. En casa apenas había espacio, pero los bajos de los armarios roperos estaban llenos de libros. Mi padre aprovechaba las noches en que se ahogaba mi madre, los domingos que no salían, que eran casi todos y cualquier hora de descanso para leer sus novelillas del oeste. Estanterías en lugares casi imposibles o cajas de cartón arrinconadas en cualquier esquina contenían las obras completas de Zane Grey, la mejor colección del género del oeste, o las aventuras de Stevenson, Fitzgerald o Jack London. Incluso los rusos o los más grandes podías encontrarte en cada búsqueda, ya de por sí una aventura. La Madre, Guerra y paz, Crimen y castigo... incluso una edición abreviada del Ulises de Joyce, ese irlandés tan enrevesado al que según mi padre nunca fue capaz de seguir, y otra del Quijote, ese loco manchego que no fue capaz de leer hasta el final.
Lo leí casi todo, excepto la colección de vaqueros. No pude con más de tres o cuatro, demasiada reiteración.
Colecciones didácticas de cromos, cómics, revistas divulgativas que compraba, intercambiaba o me regalaba algún colega cuando me invitaba a su casa, también yo iba aportando algunas cosillas a la sabiduría familiar.
Más tarde, cuando empecé a trabajar y me vi con dinero en bolso y espacio suficiente en la salita y en mi propia habitación, me dediqué a montar una biblioteca a mi gusto, visitando las librerías de viejo que pululaban por doquier en esa época como respetables mausoleos, donde libros que habían estado muertos, secuestrados, prohibidos, resucitaban y salían de nuevo a la luz.
Eran tiempos de cambio. Moría el dictador, regresaban los exiliados y la música, la lectura, las conversaciones tomaban nuevos derroteros, más libres e interesantes.
Tuve también la suerte de enrrollarme con una estudiante de filosofía, con la que me iría a vivir en pocos meses, sin papeles ni condecoraciones, sólo porque estábamos muy bien juntos y follábamos como locos.
Así que seguí leyendo, cosas cada vez más complejas, y antes de darme cuenta tenía una formación universitaria, autodidacta, sin fisuras ni complejos académicos, nada que ver con mi titulación profesional de electricista. Pero esto me daba de comer. Mi vida seguiría dividida durante mucho tiempo.
El tipo que maté a los diecisiete era jefe de obra. En cuanto me vio con un libro en la mano a la hora del bocadillo se le cruzaron los cables. Me estuvo persiguiendo durante dos semanas, que si me creía muy listo, que a la obra se viene a trabajar, que me vaya a leer a la biblioteca cuando salga, cervantes de los cojones... Y luego me supervisaba el trabajo y siempre me ponía alguna pega, porque claro, yo no puedo vigilarte todo el día y lo que no se puede es venir aquí a estudiar, sácate una beca y vete a tomar por culo a la universidad, pero aquí se viene a lo que se viene...
Yo me lo tragué todo durante esas dos semanas. Ni le contesté siquiera. Pero una noche lo esperé, siempre era el último en irse, después de recontar las bobinas de cobre y las herramientas de todos y encerrarlo todo bien, con siete candados, en la garita de la obra.
Le salí por detrás de una columna del piso bajo, que más tarde se convertiría en aparcamiento y lo agarré por el cuello mientras le clavaba en la nuca un pedazo de hilo rígido de cinco milímetros de sección que estábamos utilizando en la acometida principal. Cuando ya llevaba diez o quince centímetros de avance, empecé a hacerlo girar. Sentía cómo se removían sus sesos dentro del cráneo. Le aflojé el cuello, soltó un par de estertores y cayó como una plomada de albañil.
Más adelante tendría más cuidado, por lo del adeene y los avances policiales que veías en las pelis o leías en las novelas de Graham Greene o de John Grisham un poco después, pero de aquella saqué la varilla, la limpié con su propia camisa, desmonté uno de los enchufes y la introduje por uno de los tubos de la instalación, en el primer piso, en una zona de trabajo ya terminada.
Fue todo muy limpio, apenas si sangró. Lo que me sorprendió fue el empalme que pillé, como si me estuviera tirando a una tía. Cuando llegué a casa, todavía vivía con mis padres aunque ya salía con la universitaria, lavé los calzoncillos un poco y los eché a la lavadora. Luego me di la ducha de costumbre, con agua calentita. Me había corrido como un parvulario, casi sin enterarme.
Al día siguiente llegó la poli y nos hicieron algunas preguntas, pero el tío al parecer era un buen hijoputa con una pila de enemigos y candidatos posibles a su aniquilación.
Yo continué leyendo mi novela a la hora del bocadillo.

lunes, 19 de mayo de 2008

clamores


La realidad es a veces un clamoroso silencio.

MATAGATOS


Joven pepero aburrido, inflamado de ardor guerrero.
...
...
Comunicado de NNGG del PP
El Comité Ejecutivo Provincial de NNGG ratifica la expulsión de dos militantes de Talavera por un presunto delito contra animales
27/02/08 Ante la evidencia irrefutable de imágenes y testimonios que no dejan lugar a dudas sobre la crueldad e insensibilidad mostrada los señores Jaime Ferrero Ávila y Carlos Vázquez Ortiz, el Comité Ejecutivo Provincial de Nuevas Generaciones reunido al mediodía de hoy con caracter urgente ha tomado la unánime decisión de expulsar de esta organización a dichas personas.
Las prácticas que se ponen de manifiesto no sólo son rechazadas por el ideario de nuestra organización, sino que atentan contra cualquier mínimo de la sensibilidad y decencia moral.
Atacar, llegando a matar a un inofensivo animal doméstico, es sencillamente repugnante.
Nuevas Generaciones rechaza y condena sin paliativos y con toda rotundidad los hechos, su significado y su trascendencia. Ante acciones como esta una organización cuya principal vocación es servir a la sociedad, no debe titubear un solo instante en actuar contra ella de la forma más contundente posible.
Por ello y en aplicación de la normativa interna regional de nuestra organización el Comité Ejecutivo Provincial de Nuevas generaciones, ha acordado la expulsión directa y automática desde este mismo instante, de los referidos señores.
La posición y opinión de NNGG respecto al maltrato de animales es y ha sido y será, rotunda y clara desde siempre, habiendo sido unánime nuestro estímulo para erradicar todo tipo de trato cruel a los animales.
Por ello y ante la evidencia en este caso, además de las medidas anteriores el Comité Ejecutivo Provincial de Nuevas Generaciones de Toledo ha acordado “encargar a los servicios jurídicos el estudio de cuantas acciones puedan ejercitarse a fin de evitar que puedan producirse hechos semejantes a los acontecidos.”
Por último queremos manifestar a toda la sociedad, que siempre estaremos radicalmente en contra de actos como estos y que siempre actuaremos con contundencia contra ellos, sea quien sea su autor por encima de actitudes partidistas y sin escatimar esfuerzos para atajarlos.
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El resto de los maltratadores que aparecían en las fotos han sido identificados. Son:
David Durán, Julián Romero y Carlos Vázquez Ortiz, este último también miembro de NNGG y el segundo expulsado.

domingo, 18 de mayo de 2008

MEMORESCENCIAS 6

Mi hermana abortó en Londres, muy posiblemente mi primer hijo, o mejor dicho mi primer proyecto de paternidad. Mi padre ponía más cuidado, y al final se contentaba con una buena mamadilla, y cada vez más formal, así que yo tenía casi todas las papeletas.
El soplapollas al final se enrrolló de puta madre, se tiraron una semana en la capital, aprovechando el viaje para ver monumentos y todo lo que el imperialismo británico ha robado a las diferentes colonias durante siglos de dominación. Incluso la llevó a un concierto de Los Beattles en el Liverpool club de fútbol.
Cuando regresaron se casaron por todo lo alto, y aunque nunca llegamos a dirigirnos la palabra, él y yo, se notaba en su mirada el miedo y la consciencia de que alguien estaba allí, vigilante, tras su nuca.

Decidieron vivir en casa de sus padres, hasta que terminara los estudios de económicas. Era hijo único y por lo que me contó mi hermana después, vivían a sus anchas y la trataban como a una reina.
Yo terminé mis estudios de electricista y de repente todo empezó a cambiar en la casa. Me mudé a la habitación de mi hermana, rehabitada durante mucho tiempo por sus aromas, supongo que procedentes del colchón, y el peque se quedó en la cama plegable, porque durante el día convertimos la habitación en una pequeña sala de estar con mueblebar y tresillo de sofás para las visitas, imitación piel. Todo un lujo. Y, por supuesto, instalamos un calentador de agua. Poco a poco, el excedente de olores empezó a desaparecer, aunque lo que más me gustó del cambio fue alejarme de los estertores de mi madre.
Me puse enseguida a trabajar, realizando instalaciones eléctricas para diferentes constructores de la ciudad, con pequeños contratos de obra, pero suficientes para incrementar los ingresos familiares. Además, con dos menos a comer y vestir en la familia, dos que nunca habían aportado nada, monetariamente hablando, porque el mayor se lo gastaba en putas y mi hermana en el ajuar de su futura boda, pues mi padre pudo al fin dejar su segundo trabajo y dedicarle más tiempo a mi madre. Ahora no tenía quien le echara una mano con lo del sexo, así que supongo que se conformaría con meneársela de vez en cuando, porque mi madre estaba cada día más achacosa.

Fue por esas fechas que conocí a mi primera novia, y fue por entonces, rozando los diecisiete años, cuando cometí mi segundo asesinato, ahora sí estoy seguro del término, porque esta vez sí que lo había planificado.

viernes, 16 de mayo de 2008

cegueras


Cuanto más ciego es el ojo, mejor ve su interior.

MEMORESCENCIAS 5

Mi vida siempre estuvo marcada por los olores. El olor de aquellas habitaciones contiguas. El olor a medicina y a esputos en la alcoba de mi madre y el olor a sudor y a sexo de hembra en la de mi hermana. El olor de la nuestra, a pies, a sudor, a semen, a veces casual, onírico, y otras expulsado con prisas por algún recuerdo del día.
En una casa sin calentador de agua, donde nos lavábamos a pucherazos calentados en la cocina de carbón, no había demasiada higiene en invierno. En verano una ducha tan fría como rápida era un poco más efectiva, pero el calor creaba el contrapunto. Es decir, que los olores nunca nos abandonaban.
Es posible que eso creara en mí esa tendencia a olfatear lo que me rodea o se me acerca. Mis recuerdos olfativos vienen de lejos, pero hay uno que ha permanecido por encima de todos y que no olvidaré jamás. Fue la primera vez que olí un coño. Estábamos en preescolar, en una clase mixta, de aquellas que se organizaban en los barrios cuando la oficialidad no llegaba hasta esas edades, por fortuna, y alguna maestrina te ponía unas cuentas o te enseñaba los primeros pasos de lectura en su casa, antes de comenzar en la escuela a los seis años, mientras preparaba la comida o atendía a su bebé en otra habitación.
En algún momento de la suma que teníamos planteada, bajo la mirada poco atenta de esa maestra más pendiente de sus quehaceres domésticos que de nosotros, se me ocurrió, tras una serie de sonrisitas y complicidades aritméticas, meter la mano bajo los leotardos de la niña que tenía a mi lado y aventurar un dedo entre sus labios.
Olí mi dedo aventurero, mientras la niña seguía sonriendo, y a lo que más se me pareció fue al olor del pescado, del pescado antes de freír. Mi padre había desertado de la mar por algún problema de equilibrio, pero venimos de ascendencia marinera y en casa cenábamos pescado casi a diario. De modo que en seguida lo reconocí.
No es que me desagradara del todo, pero me hubiera gustado más que oliera a frito, de modo que postergué ese tipo de incursiones hasta unos años más tarde, cuando jugando en casa a los médicos con unas vecinitas de mi edad, sobre los nueve, volví a intentarlo. No hubo suerte, porque algún adulto notó algo raro y aquello se frustró. No volvieron por casa a jugar conmigo.
La verdad es que tuve una infancia feliz, y repleta de erotismo. Recuerdo que casi hasta los diez me la pasé rodando por el suelo, con la excusa de las canicas o los cochecitos, cada vez que venía por casa una vecina. Conocía todas las colecciones de bragas del vecindario. Ninguna de ellas prestaba atención a un niño pequeño, o si lo hacían preferían hacerse las locas y mirar para otro lado. Puede ser que incluso las pusiera cachondas, vete tú a saber.
Tendría que esperar unos años más, hasta los trece, para tener mi primera experiencia, gracias a mi madre, a la enfermedad de mi madre, que se veía en la necesidad de contratar a una vecina para fregar de rodillas aquellos suelos de antes de la fregona, uno de los mejores inventos de la humanidad.
Mi hermana trabajaba en aquella época en una conservera de pescado y llegaba a casa con pocas ganas de colaborar, así que por una propinilla una vecina un poco mayor que yo, de quince o dieciséis años, se pasaba un par de veces por semana a fregar, con aquellas minifaldas, de rodillas, y yo contemplándola por detrás, a veces sentado, a veces de pie, dándole un poco de conversación mientras sentía mi pene ponerse duro como una piedra. En fin, harto de hacerme pajas pensando en ella, una de las veces no pude resistirme y le metí la mano entre las piernas.
Para mi sorpresa, ella pareciera que lo estaba esperando y nos revolcamos entre lo seco y lo mojado del suelo, bajándonos a medias las bragas y los pantalones.
Fue un polvo memorable, aunque también el más rápido de mi vida. Sin contar esos otros, claro, como el del paraguas. Ahí sí que me disparo. Y luego ese olor en las manos, a pescado... Después aprendimos a mejorarlo, con la vecinilla, pero aquello no duró demasiado, porque ella calzaba un novio mayor que la tenía bien atendida.
Así que un día me dijo mi madre que me fuera a dar una vuelta cuando viniera la chica. No sé qué le contaría. Nunca más se habló del tema.

miércoles, 14 de mayo de 2008

UN MUNDO SALUDABLE


Artículo del eminente escritor y reportero de otras realidades y otros mundos que siempre están en éste, pero bajo su mirada crítica, cínica y descojonadora.

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UN MUNDO SALUDABLE
(Moncho Alpuente)


El retrato institucional de la presidenta Salgado, con una dedicatoria personalizada: "Al coronel Mengelet, abanderado de las libertades sanitarias y defensor de la Salud Pública, con cariño y admiración de su discípula, Elena", preside el despacho del jefe supremo de la PSE, Policía Sanitaria del Estado, ubicado en un edificio inteligente de la Puerta del Sol. José Antonio Mengelet de la Cueva, médico y psicópata rehabilitado de las SS (Seguridad Social), es el padre, reconocido, del fundamentalismo sanitario que en los albores del siglo XXI libró con éxito una vasta operación de "limpieza médica" con el apoyo de la ministra de Sanidad. Tras el fulgurante éxito, sobre todo en el aspecto recaudatorio, de la ley antitabáquica de 2006, la ministra Salgado, con la asesoría de su maestro y colaborador, el doctor Mengelet, puso en marcha nuevas leyes que impusieron severas restricciones a la venta y consumo de alcohol, café y alimentos altos en colesterol, leyes muy polémicas durante los primeros meses de su aplicación pero que no tardarían en ser aceptadas y celebradas por la ciudadanía, como quedó demostrado con el arrollador triunfo electoral de la ministra como cabeza de lista del PSOE en los últimos comicios. Una de las primeras medidas de la nueva presidenta fue crear, como había prometido en campaña, el cuerpo incorrupto de la Policía Sanitaria del Estado, encargado de velar por la salud física y mental de las ciudadanas y ciudadanos, a cuyo frente puso a su mentor, Mengelet, con el rango de coronel.
Las navidades son una mala época para los luchadores sanitarios, las viejas e insalubres tradiciones afloran de nuevo e incluso ciudadanas y ciudadanos de comportamiento ejemplar durante el resto del año echan una canita al aire despreocupadamente. Si Mengelet pudiera prohibiría las navidades, pero las encuestas indican que la sociedad española todavía no está preparada para digerir una medida tan radical, sobre todo cuando aún no se han asumido totalmente las nuevas leyes antialcohol y antiobesidad. Los controles policiales de obesidad con básculas en la calle y multas por cada kilo de más, según las tablas de relación estatura-peso, siguen siendo muy impopulares. El coronel Mengelet hojea en estos momentos el desolador informe sobre los últimos excesos navideños en Madrid, ciudad piloto de todos los proyectos saludables.
La obesidad detectada en los controles ha aumentado este año un 7% (2.523 kilos), y las denuncias por posesión de tabaco y alcohol se han duplicado. Del 20 de diciembre al 6 de enero, los agentes de la PSE clausuraron 17 establecimientos, bares y cafeterías, en los que se servía café sin descafeinar, a veces con leche entera. En otros siete locales, también cerrados y cuyos propietarios pasaron a disposición judicial, se detectó la venta y el consumo de cerveza con alcohol. Como dato positivo, el coronel subraya la desarticulación de una red internacional de traficantes de colesterol a los que se les incautó un alijo de 1500 kilos de embutido, elaborado en Hungría con las denominaciones de jamón ibérico, chorizo de Cantimpalos y salchichón de Vic.
No todo está tan mal, el coronel cierra el informe y abre la pantalla del ordenador donde residen, aún en embrión, esperando que les fecunde con su ingenio, nuevos proyectos. La normativa con rango de decreto sobre la prohibición de comerse las uñas está casi ultimada y será aprobada sin grandes problemas, todo el mundo está de acuerdo en que se trata de una costumbre poco higiénica, antiestética e improductiva, que debe ser desterrada. El tema del collarín sanitario obligatorio que cambia de color según el estado de salud del usuario, seguramente también saldrá adelante, gracias al apoyo de la todopoderosa FEH, Federación Española de Hipocondriacos, que cuenta con dos millones de afiliados. Para su plan-estrella el camino es más arduo, la prohibición del chupete aún está en pañales, pero hay que atajar los males de raíz y el chupete es la raíz de todas las adicciones.
Reafirmado una vez más en sus principios, Mengelet se toma un respiro y contempla desde su atalaya a los felices y saludables ciudadanos que, convenientemente protegidos por sus máscaras obligatorias, pasan por la Puerta del Sol, envueltos en un humo que no es de tabaco, ni de vicio, sino de progreso.
(Publicado en "El País" el 11-01-2006)


MEMORESCENCIAS 4

Lo cierto es que la vida te obliga a tomar decisiones. Ya puedes ser el tipo más escéptico o el más cínico. De alguna manera inesperada o de algún agujero oculto siempre surge una rata a joderte la merienda o morderte en el pie.
Cuando mi hermana me dijo que estaba embarazada y que no sabía de quién, a mí no me extrañó en absoluto, lógicamente, porque en casa todos usábamos la marcha atrás, una retiradita a tiempo que a veces no eras capaz de sincronizar del todo.
Le dije, bueno, es la hora de casarse. Ni siquiera se me pasó por la cabeza lo del aborto, que de aquella había que ir a Londres y a ver de dónde salía la pasta.
Entonces me contó algunas cosas del novio ese, con el que iba para tres años y nadie lo conocía. Al parecer era un poco hippy y lo de casarse no era lo suyo. Quería llevársela a Ibiza, a una comuna, en cuanto terminara la carrera de económicas, que tampoco la iba a dejar a medias, por si acaso fallaba lo otro. Además de tener pasta, su familia, le llevaba siete años a la niña. Y claro, la tenía como hipnotizada. No se atrevía a decírselo porque con él siempre usaban condón, el tío tenía la cabeza bien amueblada, a pesar de los porros y el heavy metal, y no quería hijos hasta vivir juntos en el paraíso ibicenco.
A mí se me encendía la adrenalina, de pensar que la iba a llevar a una puta isla, a mi hermanita, a que se la follaran una pila de piojosos melenudos haciendo pulseritas para sobrevivir. Además, allí tampoco iba a saber quién era el padre cuando quedara preñada.
Le pregunté a mi hermana dónde paraba el hippy ese de los cojones y después de insistir y prometerle que sólo hablaría con él, que no pensaba tocarlo, me dio una foto y el nombre de tres bares.
Lo encontré en el segundo, con un par de colegas, y esperé una oportunidad para hablarle a solas.
Por fin se decidió a ir a mear y entonces lo seguí.
¿Sabes de quién es esta foto? ¿Quieres seguir pareciéndote?... El tío alucinó al ver su foto, pero sabía que mi tono no era amistoso. Se engalló un poco, pero cuando lo cogí por el pellejo del cuello y lo empujé contra el fondo del meadero, casi en el aire entre la taza del water y la cisterna, el tipo se meó los pantalones.
La niña está embarazada y tú eres el único novio que se le conoce, así que lo que diga la niña. Si quiere abortar te la llevas de vacaciones y luego te casas. Y si no, te casas directamente con ella, de largo y por la iglesia. ¿Te has enterado, cuñado? Y no te escaquees con lo del condón, porque siempre se rompe alguno.
Ah, y lo de Ibiza ni se te ocurra, cabrón, que mi hermana sólo folla con su marido.
Y no te enrrolles con los amigotes por la noche, hasta las tantas, que te voy a estar vigilando. Lo puse delante de mí y le metí una buena patada en el culo. Hala, a tomar por culo.
Se le habían quitado las ganas de mear, así que entró de nuevo en el bar, disimulando, y pidió otra ronda mientras yo pagaba lo mío y abandonaba el lugar con cara de hijoputa y apuntándole con el bolígrafo que llevaba en el bolso derecho de la chaqueta.
Total, un soplapollas en la familia, pero con pasta, qué se le iba a hacer.

martes, 13 de mayo de 2008

damego dixit

La polítika nuclear está desarrollada por individuos autónomos o pequeños grupos autogestionarios que crean o no vínculos específicos entre sí, permanentes o puntuales, con la finalidad de compartir información, estrategias y herramientas de lucha contra la globalización; pero cuyas actuaciones en la calle no son vinculantes para ninguna persona o grupo sino libremente aceptadas por cada cual. Esto permite una mejor sintonía entre las diferentes corrientes ideológicas y su manera de incidir en el medio.

MEMORESCENCIAS 3

A partir de ese día, por alguna razón indescifrable, fue como si se abriera la bóveda del cielo y me empezaran a llover todas las historias.
El pequeño, que al parecer no era tan sonámbulo como parecía, sino que simplemente estaba medio dormido y no encontraba la puerta camino de sus urgentes micciones, me contó que había visto a padre salir de la habitación de mi hermana en un par de ocasiones. Se cruzaron en el pasillo y cuando mi padre le habló se hizo el tonto y siguió camino del water.
Al parecer mi hermana no dormía tan sola, o no siempre, o no todo el tiempo.
Yo escuchaba algunas noches discutir a mis padres, aunque a través de las paredes no me llegaban claras las voces de la habitación contigua.
Pero entonces se me mostró con nitidez: cuando mi madre entraba en crisis con su asma y se pasaba semanas enteras casi en duermevela aplicándose con la pera el oxígeno que no era capaz de aspirar y sufriendo desesperadamente como una ahogada, supongo que no estaría para aguantar la quemazón del marido en sus cojones.
Así que el viejo, como después me confirmó mi hermana, se desahogaba con ésta algunas noches en dichas ocasiones.
El hombre trabajaba como un hijoputa, dieciséis horas diarias en dos curros, para poder mantenernos a todos, y no le fue difícil convencerla de que muy bien podía sustituir a su madre en sus obligaciones conyugales.
Todos queríamos al viejo, se portaba bien, y a mí, la verdad, me dio más risa que otra cosa cuando me enteré.
Claro que no iba a dejar pasar la oportunidad de apuntarme yo también aprovechando la coyuntura, porque mi hermana era un par de años mayor y estaba buenísima. Así que una noche que todo estaba en calma y la rendija de luz de la habitación de mis padres se había apagado tras los típicos meneíllos del colchón y los suaves estertores de mi madre, me levanté y me colé a oscuras en la habitación de mi hermana, ese lugar que ya nunca imaginé tan solitario. Ella pensó al principio que era padre, pero cuando me agarró la polla, tan tiesa como iba de sólo pensarlo, se dio cuenta de que algo raro estaba ocurriendo. Quiso protestar, pero la amenacé con chivarme a la madre y la convencí poco a poco de que era parecido y que todo quedaba en familia. En realidad no me costó mucho convencerla, pues se veía que la niña le había cogido el gusto a la compañía y en seguida se metió a fondo en la faena.
Al mayor nunca le dijimos nada. El cabrón ya tenía bastante con sus putas. Él mismo me contó, por esos días, que follaba gratis en la mitad de los puticlubs de la villa, por su cara bonita y por la navaja automática que cargaba encima. La noche era su reina. Nunca le conocí trabajo alguno. Un día se largó a Bélgica con una de las putas, de la que estaba enamorado, en aquellos tiempos de la emigración a Europa. No sabía si ella había conseguido hacerle trabajar, que trabajo allá había, pero suponía que seguiría explotándola, a la puta y a todas sus amigas y parientes con las que pudiera ganarse unos billetes y echar unos polvazos. Si seguía en ello o si se le había cruzado otra navaja más rápida por medio, de eso nada sabíamos.
Y al pequeño lo mantuve a raya, que la cola ya era bastante larga, considerando que la niña llevaba más de un año saliendo con un novio.
Lo amenacé con cortársela si se pasaba por allí. Por aquel tiempo empezó a tardar un poco más en volver de sus excursiones mingitorias. Iba a cumplir los doce y con todo aquel desbarajuste hormonal, más lo que olía a su alrededor, seguro que se la meneaba a dos manos.

lunes, 12 de mayo de 2008

realidades


La información recibida como real, es una deformación de la realidad estratégicamente transmitida.

damego dixit

Desde la periferia, desde la integración crítica, mediante una perspectiva global del Mercado, de los mercaderes, de los trabajadores-consumidores y de las relaciones que se van estableciendo entre ellos, se logra una interpretación y un discurso contestatario más cálido y humanizado que desde la radicalidad marginal, barrera ésta que dificulta la perspectiva al desconectarla gradualmente del discurso mediático de las masas.

domingo, 11 de mayo de 2008

densidades


La densidad de nuestro pensamiento deriva hacia la fluidez de sentirse mortal e inhabitable.

MEMORESCENCIAS 2

Mi primer asesinato lo cometí a los quince años. Bueno, quizá fuera homicidio, porque la verdad es que no lo había planeado, se me ocurrió sobre la marcha. Yo no entiendo de leyes ni he estado nunca en la cárcel, de modo que no tengo muy claro eso de los términos que utilizan los abogados y los jueces para encerrarle a uno más o menos tiempo.
La chica sería de mi edad o un par de años menor como mucho. Entraba al instituto, en el horario de la tarde. Llovía a mares y me pidió que la protegiera con mi paraguas. Yo venía de recorrer tres o cuatro kilómetros, empapado a pesar del paraguas, cargando también con mi cartera llena de libros, pero los míos de formación profesional.
El caso es que ya estaba llegando a mi portal cuando ella me lo pidió y no tenía muchas ganas de prolongar mi viaje. No es que no me gustara, la chica, casi ni me fijé en ella, pero en lugar de insistir o pasar del tema, se molestó ante mi negativa y me llamó maricón.
Y todo se me ocurrió sobre la marcha, como dije antes. De repente acepté y seguimos juntos barrio arriba, hacia aquel instituto que yo había tenido que dejar un par de años antes debido a problemas financieros en mi familia.
En aquellos tiempos los portales no tenían porteros ni vídeos automáticos y estaban siempre abiertos. No me resultó difícil meterla dentro de uno y demostrarle que de maricón nada. Entonces ya era corpulento para mi edad y casi le sacaba la cabeza y unos veinte quilos, de modo que le metí el paraguas por la garganta y no dijo ni mú.
Se meneó un poco mientras le bajaba las bragas, cosa que no me costó mucho porque estábamos en plena moda de las minifaldas, y me corrí como un loco mientras daba sus últimos estertores.
No voy a decir que fue mi mejor polvo, pero no estuvo mal, un poco nerviosillo por si nos pillaban en plena faena, pero en conjunto bien.
Llegué a casa chorreando y le dije a mi madre que me habían robado el paraguas en la escuela. Ahí terminó la historia.
Mi padre compraba el periódico sólo los domingos, con el suplemento dominical, porque así no le salía tan caro y nos llegaba de sobra para limpiarnos el culo todos el resto de la semana. Le eché un vistazo, pero aquello había sido el miércoles y no encontré ni rastro de la noticia. Total, como si no hubiera pasado nada.
Me acuerdo sobre todo cuando le metí el paraguas y dejó de gritar, como si hubiera tocado un interruptor o desenchufado una radio, fue bonito verla tan callada y con los ojos abiertos como platos, como si quisiera verlo todo de una vez, la pobre, con lo poco que le quedaba por ver.

viernes, 9 de mayo de 2008

inconsistencia


La inconsistencia del ser se explica en la necesidad de acercarse al otro, de contenerse en él.

MEMORESCENCIAS 1 -parte I-

MEMORESCENCIAS -I-

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Mi madre plantaba geranios en las macetas del balcón. Aunque olvidara regarlos, crecían igualmente como invadidos de una necesidad de ser.
Atrapaban el rocío del amanecer en sus hojas y respiraban como si fuera por nosotros, cuando ya no podíamos más, hartos de pelear por un espacio inexistente, imposible para seis personas en sesenta metros cuadrados.
Nunca tuve una habitación propia hasta que me fui de casa.
Cómo no querer irme si sólo respiraban los geranios en el balcón.
El sonido de los estertores de mi madre asmática, seguramente cuando se la follaba mi padre, resonaba en la habitación de al lado, donde tres varones compartíamos una cama fija y otra plegable.
Nuestra hermana, que alguien puede pensar privilegiada por disponer de la otra habitación para ella sola, a mí me parecía solitaria y aislada, víctima de algún complot contra las hembras, durmiendo en soledad como un ser disparejo, siempre a la espera de un principito azul que la salvara.
Nosotros, los hombres, apelmazados en un cubículo inútil para compartir pero acompañados, y ella aparte, como una diosa tan perdida como inaccesible.
Las mujeres se convirtieron muy pronto para mí en un misterio, en otro mundo, antes de conocerlas.
Y aprendí, por alguna razón indefinible, a buscar en su misterio el misterio de la propia vida, de ese prodigio que se desparramaba ante mí todos los días.
Todo lo que aprendía y aprehendía era bajo la mirada fugaz de mi madre y mi hermana, de una mujer asmática y una mujer aislada.
Todo lo que provenía de ellas, de aquellas otras dos habitaciones, eran emanaciones de olores extraños, desconocidos, distanciados, tan diferentes al olor de la nuestra, que penetrar en ellas era como cambiar de mundo.
Recuerdo las llegadas tardías de mi hermano mayor y los súbitos desvaríos insomnes del pequeño, como queriendo atravesar las paredes sin puertas, siempre con el apremio de una meada necesaria.
Y yo en medio, como exento de edad, fijado en una nada, como si la vida estuviera con todos ellos pero no conmigo.
Ninguno me contaba sus historias, intentaba imaginarlas pero no me esforzaba demasiado porque yo carecía de ella, apenas si empezaba a entreverla, y ahora que la miro desde lejos no soy capaz de verla con nitidez, puta mentira, pero sí de sentirla.
En la distancia, como si se abriera ante mí una ventana y todo se iluminara con una claridad imposible de percibir entonces, a través de la memoria y de la sustancia que esa memoria ha dejado en mi ser, veo con tanta transparencia ese pasado que me parece un hoy, y me veo comenzando mi vida, la historia de mi vida, rodeado de aquellos olores y aquellos estertores, como un presagio de lo que soy y de lo que con el tiempo puedo llegar a ser.
Y la mujer enferma, y la mujer solitaria, tan solitaria durmiente en otro mundo, me invaden como fantasmas de otras habitaciones donde hoy se me presentan como imágenes fijas con una solidez ordinaria y vulgar, pero que entonces fueron para mi ser misterios que mutilaron mi existencia.

jueves, 8 de mayo de 2008

el ser y la nada


Sabemos que somos algo porque sabemos que un día seremos nada.

CONCIENCIAS

La conciencia del ser es un ser sin conciencia.

Instinto puro, química de diseño cromosomático, incapaz de reflexión ni objetivación, recibe los impactos subliminales de mercaderes y manipuladores mediáticos, políticos y religiosos, sin defensa posible.

Su única posibilidad de cambio es llegar a no ser, dejar de ser conciencia comprimiendo a su ser.

Toda reflexión del ser humano pasa necesariamente por librarse de su propia conciencia, espejo distorsionador del ser que lo fija a su propia mirada y le impide proponerse a sí mismo como motor de cambios y como ser cambiante en constante movimiento y evolución.

No podremos avanzar hacia un futuro laico y activamente democrático, desprovisto de supersticiones y metas presupuestas, si no somos capaces de acallar la conciencia de nuestro ser, ese ser sin conciencia, autoritario, demente y de mala fe creada para sí, para conservación de una especie a la que paraliza desde la configuración de un material génico que impide al ser fundamental y único crecer y derivar hacia una especie superior en sabiduría y felicidad, en actitudes y metas para su real supervivencia, para la preservación futura de su especie.

miércoles, 7 de mayo de 2008

ESPALDAS MOJADAS


Sobre las migraciones al otro lado del Atlántico, bajo la atenta mirada de los defensores planetarios de la santa democracia y la bendita libertad.


La big Migra
John Ross, Ciudad Juárez, 28 de noviembre.


Es un gran año para la Migra (la patrulla fronteriza estadunidense), hoy agencia estrella del departamento de Seguridad Patria y antes dependencia de los Servicios de Inmigración y Naturalización del departamento de Justicia.
La new Migra a cargo del bulldog Tom Ridge y su hombre en la frontera, el ex zar de la dea Asa Hutchinson, es hoy responsable de mantener los 3 mil kilómetros de línea libres de terroristas y otros alborotadores de piel oscura.
La Migra cuenta ahora con un presupuesto de 1 200 millones de dólares y armamento de punta: sensores electrónicos y cámaras de video de alta definición emplazadas en toda la frontera con México, aeronaves de alas fijas y vuelo ligero, helicópteros de combate, flotillas de vehículos artillados, más perros, gas pimienta y balas de goma para controlar turbas de trabajadores indocumentados en caso de alguna irrefrenable intifada fronteriza.
El pequeño ejército de 11 mil agentes de la Migra cuenta con flamantes uniformes estilo militar. Y uno de los chistes más crueles del tlcan es que gran parte de sus nuevos overoles naranja --muy parecidos a los usados por los "combatientes enemigos" en los campos de tortura de Guantánamo--, fueron hechos en México por la barata mano de obra mexicana.
Se dice que en aras de reducir costos, Seguridad Patria hizo un pedido de 30 millones de dólares a V-Solutions, una empresa de El Paso, que resolvió el problema subcontratando los uniformes a una maquila de sueldos miserables en Chihuahua. Rojos de la pena por esta profunda metida de pata, ahora Ridge y compañía intentan ubicar qué tantos de estos nuevos uniformes de la Migra circulan por la libre en México: unos cuantos serían un tesoro para Al Qaeda.
Con nuevas potestades para "modernizar" la deportación, ahora la Migra puede arrestar y regresar sin intervención legal alguna a los indocumentados con menos de 14 días en Estados Unidos que sean capturados en las cien millas aledañas a la frontera. Los mexicanos (y los canadienses) están exentos de estas redadas y pueden someter su deportación al juicio de las cortes migratorias o aceptar la "salida voluntaria".
Las deportaciones sumarias están dirigidas contra los indocumentados centroamericanos que se desbordan por el extremo oriental de la frontera, donde la Migra del sector McAllen, en Texas, capta dos de cada tres indocumentados no mexicanos detectados.
En junio, la nueva Migra de la frontera del Pacífico lanzó a sus agentes con armamento pesado contra los migrantes mexicanos a más de cien millas al norte de la frontera californiana, en una serie de redadas que se dice recibieron la bendición del gobernador de California, Arnold "Terminator" Schwarzenegger. Barriendo los enclaves mexicanos por toda la ruta de San Bernardino y Riverside en el Inland Empire del sur del estado, la Migra pescó a todo moreno que no pudiera mostrarles una identificación con fotografía y deportó a más de mil. A dos hermanas nacidas en México, estudiantes de la Universidad de California en Northridge que fueron a Tijuana de reventón, se les impidió reingresar a Estados Unidos. Durante el operativo de junio, fue deportada la familia de un soldado del ejército estadunidense, muerto en combate en Irak.
Muchos se van a casa en los ataúdes baratos proporcionados por los consulados mexicanos fronterizos. Durante los primeros diez días de junio, diez trabajadores indocumentados fueron hallados muertos aquí en Juárez. En agosto perecieron seis más cerca de Gilla Bend, en el traicionero desierto de Arizona, donde en 2003 murieron 192 migrantes (casi el número de muertos en los primeros diez meses de 2004). Desde la firma del tlcan en 1992, han perdido la vida en la frontera 300 a 400 migrantes por año, ahogados en los ríos y en los canales de riego, ignominiosamente en un desierto que no perdona, atropellados por los veloces autos en los freeways californianos o en las cacerías de la Migra, y bajo las balas de la patrulla fronteriza. La cuenta de muertos desde el tlcan alcanzará este año la cifra de 4 mil: muchos más de los que perdieron la vida en los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
No es sorpresa que las facultades con que Seguridad Patria invistió a la nueva Migra fueran avaladas por el gobierno de Vicente Fox, aunque la oposición lo critique por servirle de tapete a Washington. Un ejemplo: la Migra cuenta ahora con balas de goma llenas de gas pimienta para sofocar disturbios. El uso de estas balas "no letales" fue propuesto originalmente por el gobierno mexicano para reducir las muertes causadas por la Migra, como proyecto piloto en el sector San Diego donde una fuerza de tarea mixta (de policía y patrulla fronteriza) ya las ha disparado contra docenas de migrantes. Hoy se generalizan en toda la línea.
Aunque el gobierno de Fox promueve el proyecto para salvar vidas mexicanas, la Migra no abandona su armamento más letal y este año se registraron ya tres tiroteos, según la veterana defensora de los derechos migratorios Claudia Smith, del California Rural Legal Assistance Project, que lleva la cuenta.
Las balas de goma son potencialmente letales: en octubre una de dichas balas disparada por la policía de Boston mató a un estudiante. Aunque su reglamentación permite usarlas sólo si peligra la vida de un agente, Smith afirma que se descargan de rutina contra migrantes no agresivos. El secretario de Relaciones Exteriores mexicano, Luis Ernesto Derbez, acepta que desde 2001 han ocurrido 234 de estos incidentes.
Otro programa piloto avalado por el gobierno de Fox para "salvar vidas", implica retirar de la región fronteriza a los indocumentados, y de Arizona se les comenzó a deportar por avión: el sector Tucson de Seguridad Patria acorraló a más indocumentados que cualquier otro foco rojo fronterizo en 2004. Pero se les aventó en dirección lateral y no hacia el sur.
En la llamada "repatriación lateral", las autoridades mantuvieron esposados y encadenados hasta 20 horas a más de 5 mil indocumentados mexicanos en su traslado del sector Tucson al este de Laredo, Texas, donde los cruzaron por el puente a México.
Ambos gobiernos alardean el proyecto como un esfuerzo humanitario por sacar a los mexicanos del llamado (con suma precisión) "corredor de la muerte" en Arizona, pero aventar a los migrantes, sin un quinto, a otra región de la línea no resuelve el problema. Investigaciones subsecuentes afirman que el 28 por ciento de aquellos sujetos a "repatriación lateral" estaban tan quebrados que no pudieron abandonar Nuevo Laredo y buscaron cruzar el río a Estados Unidos. La mayoría derivó de regreso al desierto de Sonora para intentar de nuevo por Arizona.
En julio, siguiendo una idea del diputado demócrata de Texas, Silvestre Reyes, alguna vez "mando" de la Migra en El Paso (a principios de los noventa su operativo Mantener la Línea disparó las Operaciones Guardián en San Diego y Río Grande en el golfo), las autoridades mexicanas comenzaron a aceptar la deportación por avión a México y Guadalajara: muchos miles aceptaron antes de que el programa se suspendiera abruptamente. Según todas la fuentes, la coerción de la Migra sobre los indocumentados fue mínima.
Los que aceptaron los vuelos cuentan historias traumáticas de por qué regresaron "voluntariamente": una mujer se entregó a la Migra tras enloquecer en el desierto al ver que su hija de ocho años moría de deshidratación; otro hombre cuenta que lo cazaron y casi mataron bandas rivales de "coyotes"; otro más había ido a Michoacán a enterrar a su madre y al intentar regresar a su empleo en Phoenix lo pararon tantas veces que dejó de intentarlo. Juntas, estas historias resuenan con la misma tristeza que la balada de Woody Guthrie, "Deportados", que narra de otros aviones repletos de migrantes aprehendidos en la Operación Mojado a principios de los cincuenta.
En enero de 2004, Bush destapó su paquete de reformas migratorias conocida como "ciudadanía merecida", cínica treta en año electoral para hincarle el diente republicano al voto latino demócrata. La propuesta reavivó la esperanza de un acuerdo migratorio que se le fue de las manos a México tras los ataques del 11 de septiembre, y que el ingenuo Fox avaló entusiasta.
Vista en detalle, la "ciudadanía merecida" no es sino cinco años de servidumbre oficial a un patrón antes de tener posibilidades de legalización. Aunque el congreso proponga el programa en su próxima sesión, cualquier legislación migratoria se topará con negociaciones rasposas. La aplastante victoria en Arizona de un referendo que impide a los indocumentados utilizar los servicios públicos básicos (escuelas y hospitales) es nítida prueba del ánimo antimigratorio del electorado.
Si el plan de ataque de la Migra no es suficiente para desalentar a los indocumentados, los hombres del fisco amenazan ahora con irse sobre las "remesas", el enorme torrente de billete verde que fluye a México (unos 13 500 millones de dólares el año pasado y probablemente 14 mil millones en 2004).
Aunque los mexicanos que trabajan en Estados Unidos pagan muchos impuestos al Tío Sam (sobre la renta, de propiedad, por compraventa y retención), si el senado de Arizona hace valer su propuesta, ahora tendrán que pagar impuestos sobre el dinero que envían a México. La propuesta, lanzada por el senador republicano Pete Ríos, conocida como "ley de reembolso por el costo de encarcelamiento y atención a la salud de los migrantes", fue aprobada en el senado estatal y urge a que el congreso federal imponga un cargo a todas las transacciones monetarias entre Estados Unidos y México para cubrir el cuidado de los migrantes y la carga que significan a los servicios públicos.
Las remesas son, de hecho, un gran remedio en una nación donde el 70 por ciento de la población vive bajo la línea de la pobreza: único dinero distribuido hasta la base social del México rural. Una de cada cinco familias mexicanas depende de las remesas para sobrevivir; un día sin remesas sería como un día sin mexicanos en Western Union, Moneygram y otros servicios de envío monetario. El flujo de efectivo es tan grande que da liquidez a regiones enteras y es el segundo lugar en entrada de divisas después del petróleo.
Aunque el presidente Fox y todos los partidos políticos condenaron de inmediato la resolución de Arizona, y fue deplorada en Lima, Perú, en la reunión del Banco Interamericano de Desarrollo (otros países dependientes de las remesas como Ecuador, Honduras y El Salvador saldrían afectados) la idea de fijarle un cargo a los miles de millones que ganan los migrantes por realizar labores que los ciudadanos estadunidenses desprecian, es un concepto que comienza a asentarse, sobre todo en aquellos estados en bancarrota con grandes poblaciones de mexicanos como ese que ahora gobierna el Terminator Schwarzenegger.

ensoñación


Vivimos una realidad que otros soñaron.

damego dixit

El Pensamiento Único es en realidad un paquete de medidas socioeconómicas y pseudoculturales destinado a lograr el imperio mercantil de las Multinacionales, un neocolonialismo impulsado por los yanquis y apoyado placenteramente por la Banca y los grandes consorcios transnacionales europeos debido a su alta rentabilidad monetaria y su bajo coste desestabilizador social: el gran desequilibrio se traslada a otras latitudes, perpetuando la explotación de los recursos naturales y la mano de obra barata tercermundistas.

martes, 6 de mayo de 2008

sabiondos


No existe mayor necio que el que se piensa sabio.

damego dixit

Las bases, sin capacidad crítica de actuación, desvinculadas ideológicamente y a la vez necesitadas de un salario que en numerosas ocasiones, cada vez más, encuentran trabajando para partidos, sindicatos, asociaciones, organizaciones... se acomodan paulatinamente a medida que la impotencia para intervenir y la dependencia económica crecen, y abandonan el debate político en manos del sector más joven, el universitario, incapaz de organizarse por carecer de los medios adecuados.

lunes, 5 de mayo de 2008

enlatados


Somos gregarios seres solitarios.

damego dixit

Y a ti qué te parece si mientras sale la luna jugamos a ver quién te la mete, meteoro sideral, que si vienes o vas y me dejas midiendo mientras tanto la distancia entre meter o ser metido y con las ganas y en mi soledad hundido...

domingo, 4 de mayo de 2008

viejos


Llegar a viejo no cuesta nada.

Serlo cuesta una vida.

damego dixit

Lo que me inquieta de verdad es el temor a olvidar, a olvidar esta realidad, la realidad original.
Como les ocurrió a nuestros padres, como te sucede a ti también.

En poco tiempo, quizá no recuerde yo tampoco de donde vengo ni a donde me dirijo.

Debe ser muy triste olvidar quién es uno.

Algunas personas dedican toda su vida a descubrir su identidad, en realidad a saber quiénes eran de no haberlo olvidado.

sábado, 3 de mayo de 2008

deconstrucción


Construimos sobre las ruinas de nuestra destrucción.

damego dixit

El ateo mata a ese dios que habita en su interior y se erige en dueño y señor de su propio ser. Se alza libre de él y de todos los temores doctrinales que por tradición le habían inculcado durante su formación sociocultural.

El ateísmo ha estado ligado con frecuencia al concepto de acracia porque ambos poseen idéntico significado: la liberación de cualquier poder, de cualquier dependencia, de toda esclavitud. En este caso un poder sobrenatural, totalitario, absolutista.

El ateísmo nos hace libres y verdaderamente responsables de nuestros actos y de nuestros destinos, pues ambos dejan de estar en manos de una divinidad ineluctable.

viernes, 2 de mayo de 2008

propiedades


La propiedad privada es la expropiación ilegítima de las plusvalías públicas.

damego dixit

Dios es un concepto invocado por la razón, por la capacidad de raciocinio, en un momento en que el hombre carecía de conocimientos precisos para explicar su entorno y los fenómenos naturales que condicionaban su existencia, así como para explicarse a sí mismo y paliar de alguna otra manera sus dudas y sus miedos.

jueves, 1 de mayo de 2008

guerras


Ni en la guerra ni en la paz sabemos vivir en paz.

damego dixit

Si aceptamos que sin el hombre jamás habría sido pensado un creador, deberemos transferir éste a la inmanencia humana y no a una trascendencia universal. Asimismo, dado que el hombre ha creado tantos y tan dispares dioses a lo largo de la historia, sería lógico transferir esa inmanencia a cada grupo cultural. Y debido a que no existe más que en la mente de cada ser humano y cada individuo idealiza a dios a su manera, concluiremos afirmando que dios es una abstracción mental inherente a cada cual, a la más pura individualidad psíquica de cada persona.