miércoles, 29 de diciembre de 2010

TRIPPEROS

Han sido muchos los que me han acusado de escribir con las tripas, orgánicamente acometido, como si el cerebro no fuera una tripa más, quizá un poco sobrevalorada, pero sólo en estos tiempos, porque hasta donde yo me acuerdo escribir con el corazón no estaba mal visto, aunque si le ponías un poco de cabeza mejor, o sea que nunca nos hemos conformado con escribir sin víscera alguna y mejor si le sumamos otras.
Pues bien, a los que escribimos con las vísceras, siempre se nos ha tachado de infames escribidores medio descerebrados, un poco intuitivos pero nada premiables y por tanto nada considerables de espacio crediticio para la crítica literaria, si es que merece la pena nombrarla.
No quiero dar nombres, porque eso sería una vileza que considero impropia de cualquier colega con necesidad de escribir, de manifestarse mediante la palabra escrita, o de ofrecerla a otros, mediante la actuación visceral de cualquier órgano bien interiorizado.
Recuerdo cuando envié mis primeros poemas a revistas supuestamente independientes, más tarde aprendería a identificarlas.
Recuerdo también cuando leí por primera vez un poema mío publicado. Y después algún cuento.
De los editores en papel, que más tarde acabarían atrapados en una búsqueda apremiante por subir a la red, a internet, enloquecidos por encontrar y dar continuidad a espacios literarios independientes de la vorágine academicista y conservadora de mi época, algunos se vendieron en ese camino por sobrevivir, esos son los nombres que no voy a citar.

Yo sólo fui uno más y sé de lo que hablo, aunque a menor escala y sin la manifiesta claridad del editor que os comento hoy, un escritor con una visión profética. Pero, por otro lado, volviendo a mi caso, con el conocimiento suficiente para interpretarlos y en este caso concreto para valorarlo en el nivel que se merece: un luchador, no sólo un superviviente de la criba cibernética.
Y recuerdo a Vicente Muñoz Alvarez, porque a éste sí lo quiero nombrar, en medio de un espacio común, aún por definir y sin saber muy bien, supongo que ninguno de los dos, si yo encajaba en el mismo. Publiqué algunas cosas gracias a él. Acabo de enterarme que encajaba a la perfección, al menos con alguno de mis textos, en su obra editorial.
Lo recuerdo invitándome a sus fiestas de presentación de una nueva revista, en León, con promesas de fiesta y de buen rollo, en la capital del castellano, y yo con otras cosas que hacer, como por ejemplo sostener una familia que ya no existe, al menos bajo los antiguos cimientos. Vaya mierda, nunca me lo debí perder.
Vinalia Trippers fue para mí un paso hacia delante, porque me ofreció otra dimensión literaria, una manera de confirmar la literatura con las tripas, de manera intuitiva e inteligente a la vez, con una perspectiva lingüística más sucia, pero a la vez más acorde con este tiempo que nos ha tocado vivir.

No olvidemos que el lenguaje escrito, por su contenido de reflexión y objetividad conceptual, debería buscar siempre la mera representación de la realidad.
Gracias, Vicente, por seguir ahí, feliz año para ti y para todos los tripperos...


http://vinaliatrippersproyecto.blogspot.com/


viernes, 24 de diciembre de 2010

PRODUCTOS DERIVADOS

"A quien se hace de miel se lo comen las moscas."
"A quien se hace y mier da se lo comen las moscas."
Dualidad fraseológica con diferentes orígenes y comprensibilidad conceptuales.
Origen presocrático:
Todo es debido a una confusión gutural, puramente lingüística, derivada de la contextualización del idioma.
Origen socrático:
La miel y la mier da son una misma cosa, como consecuencia de causa-efecto y permutaciones de los factores que no alteran el producto.
Origen postsocrático:
Mientras existan moscas estamos jodidos.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

sábado, 8 de mayo de 2010

FUTURMISMO

Y así es que llegamos a la noche de los tiempos, que en principio no tendría que arrojar menos luz que cualquier otra noche anterior o venidera. Una noche más.
Si los jóvenes lo ven más claro, debido sobre todo a su inocencia, o si los mayores lo vemos con mayor suspicacia debido a nuestra paciencia, cuando no a nuestra experiencia, no son figuras que realzar sobre el tablero.
Lo realmente importante no es la edad, precisamente, sino la perspectiva que tomamos de la realidad en cualquier edad posible de nuestra mente.
Así es que coexisten seres con una capacidad de análisis envidiable para edades tempranas, con otros que se mueren sin saber siquiera de qué coño estamos hablando.
Vomitan los volcanes, vomitan los pozos de petróleo submarinos y todos los gurús se parten el culo de la risa y por fin decretan el apocalipsis esperado.
Pero lo realmente objetable es que no somos inmunes a la propia naturaleza que nos dio el ser, ni tampoco a la abominable explotación de los recursos que algunos de nosotros utilizamos para conseguir dinero y poder, sin garantía alguna de que todo ese esfuerzo se venga en contra nuestra: incluso de quienes ostentan el poder, pagan las inversiones y anhelan un futuro mejor para sus hijos -nunca para los nuestros-, para sus herederos.
Puede ser que este texto carezca de una defininición clara y esté tan sumergido en las putas tinieblas de los que juegan a la bolsa con volcanes, mareas negras, inmobiliarias, bonos del estado y cosas por el estilo, como en la misma bruma se puedan encontrar ahora mismo aquellos que les siguen el juego, en el mismo tablero... Yo no soy su madre virginal enviada del cielo para que lo entiendan...
Pero sí quisiera enviarles un mensaje: no se puede dar por culo sin acabar comiéndote tu propia mierda, no si lo hacéis con ese énfasis y esa gallardía que ostentáis para ser los mejores folladores del planeta.
A buen entendedor, salud...
Y, sobre todo, comediantes del mundo, mucha mierda.


jueves, 4 de marzo de 2010

FUTURO

Y llegó, como era de esperar, a los espacios abiertos. La tormenta que amenazaba sus días se tornó neblina exasperante pero sin amenazas.
El puente quedó atrás... y la caverna.
Su deseo deLiria se transformó en pura luz de atardecer al principio y luego se apagó, como rayo caído en descampado, sin árbol que abatir.
De repente se encontró solo ante sí: ya no recordaba los designios de la tribu y mucho menos las voces de sus dioses. Con el tiempo llegó a olvidar incluso la risa de su amada.
Estaba solo.
Atravesó el desierto que se alzaba ante él, en busca solamente del agua.
Y si de algo podemos estar seguros es de que no existen desiertos sin oasis, porque si no no existirían ellos.
Así fue como en un anochecer de luna llena conoció a la que sería más tarde, tras algunas caricias y muy pocas palabras, la mujer tras el puente, la fuente donde saciar su sed después de la caverna.
Y así fue que alcanzó, tras mucho padecer por su memoria, el olvido total, la llama inextinguible del futuro.

PARA LUCIA

Vivimos una desconexión permanente.


No somos lo que deseamos ser, sino lo que los demás esperan que seamos.



Y los demás, ese rebaño ausente de tus necesidades, sólo esperan de ti una oveja más.



Por sentirnos dentro y encontrar un lugar en él, en el rebaño, nos pasamos la vida haciendo lo que esperan que hagamos.



Si dejamos de hacerlo nos condenan a la soledad o al ostracismo, cuando no a la locura.



Para crecer, para hacerse mayor, resulta inedudible saltar la cerca y hundirse en la espesura del bosque, donde no pueda reconocerte ni la mismísima Caperucita. Y mucho menos el Lobo.



Para crecer de verdad, sintiendo que eres tú misma en la puta selva de asfalto, necesitas desoir los rumores de aquellos hijoputas que sembraron tu vida de fantasmas.



Para ser tú y ser tú misma es preciso olvidar lo que sembraron en tu mente los policías de tu educación y los amiguetes que siempre están a mano para que no saltes la cerca.



Para ser tú tan sólo necesitas escuchar el murmullo del viento y los recuerdos que él mismo, tal vez con otras voces, deja en tu caminar.



Para ser tú, oríllate a la mar y escucha cómo las olas se mecen contigo a tu paso y esperan que les cuentes tus deseos o tu última aventura.



Para ser tú, no esperes absolutamente nada del rebaño. Tan sólo vive... y sé tú misma... y no permitas que te joda ninguna ovejita perversa, ningún lobo disfrazado.






Carta de amor,de un padre, sobre la lejanía...



sábado, 30 de enero de 2010

NAVEGANTES (PARA IGOR)

Así somos, sin cabida en este puto mundo pero mirando al horizonte con ojos de gacela inquieta.
Desde cualquier matorral el gran depredador y sin embargo buscamos la mirada del otro, el inexplicable designio de los astros y las carnes reunidas en una sola voz.

Llega la luna llena y nos pensamos cavernícolas impasibles o lobos esteparios desprovistos de unos buenos caninos donde hundir nuestras fauces hasta la misma sangre.

Qué le vamos a hacer. Hemos nacido para seguir un camino de imposible salida y sólo en el camino realizamos lo que hemos perseguido en sueños y en el mejor de los sueños pensamos que hemos realizado al fin.

No existe tal final. Navegantes sin puerto, acertados a veces en la aproximación, estamos condenados a viajar hacia un final desconocido, del que nadie ha regresado jamás.

Con la sospecha de un naufragio total nos vamos sin mediar palabra, cansados nuestros gritos de lanzar al aire una voz desoída. Mudos y temerosos de no ser más que polvo que el viento arrastra al fondo del camino, sobre las piedras y los esqueletos que el tiempo dejó tras de sí, en el inconmensurable desierto de la nada que habitamos.

Camina, amigo, lo único que importa es caminar...

CORNOPIOS

Los cornopios son seres de otro mundo que quedaron atrapados aquí, entre las magnolias, tan exuberantes, y los nenúfares, tan acuáticos, y no supieron desprenderse a tiempo de todo el amor que habían regalado.

Los cornopios, como literalmente se desprende de su propio significado, son personas que esperaron alguna vez la lealtad de sus seres queridos pero se quedaron al pairo, navegantes de mares ignotos, esperando una tabla de salvación que jamás llegaría.


Los cornopios son como nosotros, como todo el mundo, pero llevan tras de sí la indeseable estela de la desecación, el ominoso camino del desierto tras el total abandono de su amada.


Los cornopios podemos encontrarlos en el ascensor o en el supermercado y no llevan marca ni registro ni identidad alguna que los manifieste como tales.


La única manera de reconocerlos es por lo que todos piensan y algunos aciertan sobre la conducta de su querida señora. Aunque todos sabemos que en estos casos el último en enterarse es el propio y desdichado cornopio.


Salud y a follar que son dos días, uno para verlas venir y otro para mirarles el culo, cuando se alejan.

Con un guiño a Cortázar