El gran genio de la relatividad se movió por la intuición y le sacó la lengua a Galileo y a Newton. Pero no tuvo en su tiempo la información necesaria ni la sobriedad vital para cabalgar sobre una nueva ciencia que lo habría de superar y dejar en el lugar adecuado: la mecánica cuántica.
Nada está probado en cuanto a las potencialidades del ser y menos aún en cuanto a los designios del saber: al final de la página de cualquier libro no sabemos nada, luego volvemos al principio y se acercan de nuevo las páginas finales a las del principio como en un pliegue de sabiduría universal, curvaturas.
Nada está probado en cuanto a las potencialidades del ser y menos aún en cuanto a los designios del saber: al final de la página de cualquier libro no sabemos nada, luego volvemos al principio y se acercan de nuevo las páginas finales a las del principio como en un pliegue de sabiduría universal, curvaturas.
Cuando pretendemos determinar qué o quién o cualquier otra cosa nos dio la vida tras crear un espacio y un tiempo posibles, no sólo las religiones sino también la ciencia se ven derivados hacia la sinrazón, lo inexplicable...
No es que vaya a irse al carajo la teoría de la relatividad, como se fueron otras primero. No es que hayamos encontrado partículas viajando a otras velocidades superiores a la luz, el pensamiento es luz y puede que algo más, no es sólo eso.
No es que vaya a irse al carajo la teoría de la relatividad, como se fueron otras primero. No es que hayamos encontrado partículas viajando a otras velocidades superiores a la luz, el pensamiento es luz y puede que algo más, no es sólo eso.
La cuestión es que, precisamente por eso, debemos cuestionar cualquier propuesta que nos sea entregada de aquí en adelante y para siempre como un puro tesoro de sabiduría incuestionable.
Por ejemplo, las inexpugnables democracias occidentales, donde se siguen derribando propuestas culturales bien consolidadas a cambio de devolver a su supuesto propietario unos terrenos para la más pura especulación en tiempo de crisis, no se nos olvide que las grandes fortunas de este infortunado planeta se han gestado siempre en tiempos de guerras, explotaciones de ultramar y miserias varias de sus conciudadanos.
Okupa que algo queda...
Okupa que algo queda...
En realidad, la búsqueda de una ley unificada, una especie de grial de la ciencia que pudiera conjugar en una sola formulación las energías gravitacionales, electromagnéticas y atómicas, fuerte y débil, que no son más que centrífugas y centrípetas nucleares, ya fue cuestionada en los años 30, cuando la teoría de la relatividad lo llevó a la cima de los plantemientos científicos macrosistémicos.
Un gran avance: la bomba atómica y la fusión nuclear para la obtención de energía incontrolable, léase accidente o maremoto...
Quedaban por probar las hiopotéticas y recien nacidas teorías cuánticas, que se vieron condenadas a la sombra ante las consabidas y fructíferas teorías del gran apostol de la inmensidad, pero los grandes avances tecnológicos de nuestra época, los cada vez más inconmensurables aceleradores de partículas, habrán de poner a esa ciencia apartada, en su lugar: algunos habrán de buscar a dios en su interior, un dios a su medida.
Esto es sólo el principio
damego