lunes, 29 de septiembre de 2008

MEMORESCENCIAS 53

Si fui un testigo privilegiado de la Historia o si la historia me utilizó como testigo, eso nunca lo he sabido y nunca lo sabré con la certeza de una sabiduría explícita.
Sólo puedo decir, sumergido en el vaho de mis recuerdos, que lo que sucedió era lo auténticamente necesario.
Ganar las elecciones sólo había sido el inicio de un proyecto de tal envergadura que me sobrepasaba, que rebasaba los límites del simple aunque tenaz orador en que me había convertido.
Alguien, no sólo yo, debía estar metido hasta la médula y guiar los pasos del general como a un ciego sin perro y sin bastón.
Mirando hacia el pasado, me veo envuelto en toda esa maraña de acción y reacción y me parece imposible que saliera tan bien.
En un momento dado, sin que nadie me contara lo que estaba sucediendo, me pensé iluminado, descifrando un enigma que muy pocos hemos podido resolver.
Si estaba o no de ese lado carecía de importancia, porque lo que iba a suceder nada tenía que ver con mis ideas y apenas algo, como asesor político, con mi capacidad de decisión.
Al principio lo encontré maquiavélico y en cuanto le di un par de vueltas se me antojó genial.
Caído el Muro de Berlín, comprado el gobierno ruso hasta la más irrisoria indecencia, necesitaban un nuevo golpe para que los fundamentalistas cristianos, los petroleros de Texas, las multinacionales armamentísticas del país y todos los grandes ganadores del gran sueño americano encontraran otro pretexto con el que seguir inflando sus cuentas.
El comunismo, como enemigo de la patria, había quedado obsoleto. Nadie podía derivar un puto dólar de los impuestos de los contribuyentes contra un enemigo invisible sin ofrecerle complejas, si no increíbles, explicaciones al Senado.
De modo que necesitaban inventarse otro enemigo.
Por otro lado, el general sabía que no podía llevar a la práctica una revolución bolivariana, una eficaz y triunfalista proliferación patriótica y geográfica de sus ideas andinocomunistas, con los vaqueros yanquis pisándole los talones. También él necesitaba proporcionarle a los gringos una nueva causa por la que luchar.
Y ahí era donde entraba yo: en la creación de ese nuevo enemigo, un enemigo irreconciliable que durara lo suficiente y fuera tan cruel como para hacer que los estadounidenses se olvidaran totalmente del primero, del enemigo de siempre, e instauraran en sus mentes, en sus almas, en sus vidas, un nuevo odio con el que justificar miles de millones de dólares destinados principalmente al control del petróleo en el mundo y al desarrollo imparable del sistema armamentístico, un tanto desactivado con el desmarque ruso de la guerra fría y aeroespacial, es decir, destinados a reactivar el crecimiento de sus empresas, las mismas empresas que habían pagado las últimas campañas republicanas y los habían instalado como inquilinos perpetuos en la Casa Blanca.
Y qué mejor enemigo para unos putos fundamentalistas cristianos, que otros putos fundamentalistas islámicos. Decidimos regalarles una guerra santa.
Las relaciones del general con la opep, de donde procedían esos colegas islámicos en la sombra, le permitieron aprobar y cofinanciar un plan diabólico, pero infalible para despejar su camino, porque los monoteístas no pueden presentar a sus ciudadanos dos diablos a la vez, han de ser consecuentes con sus ideas religiosas en una guerra santa.
Estuve allí, no sólo como testigo, sino como agente esencial en la elaboración de un plan y de una acción que cambiaría el curso del Imperio, el curso de la historia sociopolítica del globo.
Si en aquel momento sentí cierto reparo antes y algún remordimiento después, hoy miro hacia esa página tan atroz como desconocida de la Historia y me siento feliz de haber estado allí y haber contribuido un poquito, a pesar de las víctimas inevitables de cualquier guerra, a desmontar la prepotencia invasora y asesina de ese imperio económico y equilibrar las relaciones humanas en nuestro planeta.

domingo, 28 de septiembre de 2008

cínicos


“La historia es indefendible. Reaccionemos ante ella con la inflexible abulia del cínico, o sino, pensemos como todo el mundo, caminemos con la turba de los rebeldes, de los asesinos y de los creyentes”.


Emile Cioran

MEMORESCENCIAS 52

No me fue difícil conseguir la información de la plataforma. Envíos a mi propio fax y maletines portando planos a horas intempestivas eran cosa frecuente en mi trabajo, una parte del cual realizaba en casa habitualmente. De manera que fue sencillo burlar la vigilancia estadounidense, que por otra parte no tenía razones para dudar de mi fidelidad. El general me proporcionó una fotocopiadora especial para los planos grandes, que instalaron dos hombres de su equipo en mi propia casa. En un par de semanas o poco más terminamos la operación. Teníamos la información necesaria para montar una plataforma entera y cuidar de ella durante muchos años. Protocolos de emergencia y direcciones de suministradores norteamericanos, más los europeos que añadí de mi propia cosecha, completaban el trabajo.
Los lazos con el general se fueron estrechando y cada cierto tiempo me llegaba una invitación para alguna fiesta, donde me iba presentando personas de su esfera política y militar.
Las condolencias por mi mulata fallecida fueron seguidas rápidamente por sugerencias y presentaciones de nuevas bellezas. No es bueno que el hombre esté solo, me decía, como un mensajero bíblico.
Tenía don de gentes. Extrovertido y audaz para las relaciones sociales, con un lenguaje llano y a la vez elocuente, muy pronto destacó en su órbita como el político populista que necesitaban para ganarse la confianza del pueblo y de los residuos de una izquierda abolida en los años sesenta mediante el asesinato sistemático de los miembros más radicales. La democracia venezolana lo tenía claro: no querían compartir el botín con guerrilleros y narcotraficantes, como ocurría en Colombia. Entraron a matar antes de que pudieran consolidarse.
El general, que no era tal, pero valgan los galones, había intentado el derrocamiento de la citada democracia, corrupta y poco respetuosa con los derechos humanos, unos años atrás, en el noventa y dos, junto con algunos correligionarios del ala bolivariana. Pero fracasaron y les costó un par de años de cárcel.
Allí había aprendido a tener paciencia y había leído más. Logró consolidar sus principios revolucionarios y además se convirtió en una víctima notoria de la corrupción vigente. De modo que al salir aprovechó el tirón y decidió actuar por la vía legal y formar un partido fuerte que se presentaría a las urnas en el noventa y ocho para ganar las elecciones.
Un año antes me había pedido que me uniera al equipo de la campaña electoral. Para entonces ya éramos buenos amigos y de alguna manera aquel hombre representaba todo un reto para mi escepticismo político y su propuesta una gran experiencia personal y sobre todo un cambio necesario en mi modo de vida, que me ayudaría a sobreponerme de la reciente pérdida de mi esposa, la cual aún no había logrado superar. Más tarde comprendería que nunca lograría olvidarla, y aprendería a vivir con ello.
De modo que ese año, a mis cuarenta y uno, abandoné las plataformas petrolíferas, sin saber que sería para siempre, y me transformé en su principal asesor político y en el redactor de todos sus discursos, no sin antes haberme leído un par de biografías de Simón Bolívar, por supuesto.

jueves, 25 de septiembre de 2008

motivos

No es preciso estar loco para caer en el antro. Basta sobrar.
(El manicomio)


MEMORESCENCIAS 51

Gracias, mi amor, por estos cinco años, gracias a ti he conocido el Amor, ahora sé que sin ti hubiera muerto incompleta, sin conocer uno de los misterios más maravillosos de la vida. Me duele el hijo que no te di, pero supongo que no se puede tener todo a la vez, ya ves, tú tienes hijos y no pudiste conservar el amor de su madre, de sus madres.
No te preocupes por nada, el general no va a hurgar de nuevo en tu pasado, ahora ya eres un revolucionario más. Puedes hacer con tu vida lo que quieras, te he dejado en herencia la casa, las tierras y tanto dinero que no tendrás tiempo de gastarlo aunque dures esos cien años que juraste para ambos, mi amor, cuídate mucho, por lo menos que se cumpla contigo, la muerte es así de egoísta y no repara en promesas cuando llega.
Y cuida de mis papás, ya son viejos y no darán trabajo mucho tiempo, pero mientras tanto que no les falte nada. Ellos quedan como usufructuarios de tus propiedades, ya está todo arreglado, confían en ti, ahora serás tú su único hijo.
Apenas si te siento, cariño, la morfina, sólo me siento viva por el dolor que avanza cada día, inexorable, pudriendo mis entrañas. Tienes que ser fuerte y cumplir tu promesa, tienes que liberarme de tanto dolor y permitir que me vaya con el recuerdo de nuestros cuerpos vibrando de placer y extasiados de paz.
Nadie va a pedir ninguna autopsia, acá mandamos nosotros, mis papás ya están avisados de que no la deseo, no se puede esperar una resurrección con el cuerpo desguazado, bastante jodida la tengo con este bicho creciendo dentro de mí como un maldito animal, ese es el hijo que dios me ha dado, me cago en dios.
Tenías tú razón, sólo estamos nosotros y ese inmenso vacío que se extiende alrededor devorándolo todo, todo lo que primero ha creado.
Esta noche dormiré sola, quiero que después de inyectarme la sobredosis te vayas y no vuelvas hasta el amanecer. No molestes a los vivos, con el alba encontraréis mi cuerpo.
Le inyecté la morfina, pero no le hice caso. Tenía la experiencia de mi padre y sé que en el fondo a nadie le apetece morir solo. Fueron su orgullo y sus remordimientos los que le impidieron rogar algún consuelo. Nada que ver con mi esposa, además. Me acosté a su lado y le tomé la mano. Ella apretó la mía sin decir palabra y la acarició, agradecida.
Esa noche soñé que volaba, como cuando era niño. Soñé que volaba con ella de la mano sobre la vieja mansión colonial de frescos y seguros muros de piedra, sobre el tejado de cinc que cantaba al son de los fuertes palos de agua en la estación de lluvias, sobre los jardines de orquídeas fabulosas, sobre los campos salpicados de mangos y plataneros. Soñé que traspasábamos los márgenes de cocoteros altivos y tomábamos altura en el cielo rojizo del amanecer hasta alcanzar la costa. Soñé que nos lanzábamos en picado sobre las aguas y que ella me besaba, una vez más, antes de dejarse caer, exánime, y desaparecer bajo una mar en calma. Cuando me precipité hacia ella para darle alcance sentí un fuerte apretón en la mano y desperté antes de llegar al agua.
Eran las seis de la mañana. Su cuerpo estaba frío. El crepúsculo del amanecer pincelaba de fuego la alcoba. Me levanté y les di la noticia a sus padres. Luego llamé a su médico y todo se puso en marcha. No hubo autopsia.
Mi mulata de ojos azules murió a los treinta y tres años de edad, fue enterrada por el ritual cristiano del lugar, pero jamás me abandonó en vida. Si he llegado a cumplir los cien años desde donde escribo estos recuerdos, es gracias a ella, que como un ángel de la guarda, como una protectora fuerza sobrenatural, cuidó de mí y me ayudó en los momentos más peligrosos y difíciles de mi larga, compleja y azarosa existencia, cuyo destino apenas comenzaba a vislumbrar.

martes, 23 de septiembre de 2008

camuflajes

“Las leyes y las constituciones que por la violencia gobiernan a los pueblos son falsas. No son hijas del estudio y del común asenso de los hombres. Son hijas de una minoría bárbara, que se apoderó de la fuerza bruta para satisfacer su codicia y su crueldad” .



MEMORESCENCIAS 50

Tomamos el primer avión de la mañana del sábado en dirección a Caracas y aprovechamos para ir de compras. Unos regalitos para la familia, como acostumbrábamos en cada uno de nuestros viajes, y algún modelito de moda para mi mulata, sobre todo ropa interior caliente, muy caliente, pues sabía que me ponía loco con sus coloristas exhibiciones eróticas en la intimidad de nuestra habitación, o de cualquier otra.
Habíamos alquilado para dos noches la suite nupcial del Caracas Hilton, a pesar de la invitación del general a dormir en su casa, de modo que pasaríamos en ella lo que restara de ésta y el domingo entero, follando y comiendo lo que nos pidiera el cuerpo hasta la hora de regresar al aeropuerto para tomar el último vuelo.
De modo que mientras se probaba los modelitos de lencería fina, recién llegados de París, y me obligaba a mirar dentro del probador para darle mi aprobación, se me puso tan dura, sólo de pensar lo que me esperaba esa noche, que tuve serios problemas para ocultar la evidencia ante las miradas de las jóvenes dependientas que me observaban con una sonrisa maliciosa.
Cuando finalmente dejamos todas las compras en el hotel, se compadeció de mí ante la insistente erección de mi polla, me bajó los pantalones y me la mamó con todas sus ansias. Antes que pudiera tocarla y cooperar un poco ya había explotado en su boca y se había bebido todo mi semen, hasta la última gota.
No tenemos tiempo para más, mi amor, reserva tus energías y me recompensas esta noche. Ahora tomemos un taxi y vayamos a ver qué nos cuenta ese prohombre con la cabeza llena de antiguos sueños. Creo que deberías escucharle, me llegan muy buenas vibraciones cuando estáis juntos.
Vivía en una zona residencial, vallada con tela metálica de tres metros de altura, coronada por alambre de espino y con la entrada custodiada por dos guardias de seguridad en tres turnos de ocho horas.
Caracas se había convertido en los últimos años, tras la última crisis petrolífera del ochenta y tres y la definitiva caída del bolívar tras permanecer más de veinte años inamovible frente al dólar, en un lugar muy peligroso. Nadie se atrevía a pasear por sus calles en la noche. Todo el mundo que llevaba unos billetes encima se movía en taxi y la mayoría con pistola. Algunas zonas no se podían transitar ni de día.
Los Caldera, los Lusinchi y sobre todo los Carlos Andrés Pérez, habían marcado la ciudad a sangre y fuego.
Adecos y copeianos se habían dedicado a saquear el país en cada legislatura durante todo ese tiempo de supuesta democracia, alternándose descaradamente en el poder: ahora me toca a mí, ahora te toca a ti, y habían llevado a la nación más rica de latinoamérica a la bancarrota, pues ni siquiera invertían lo robado dentro de esa patria que pregonaban con el himno nacional cada seis horas en todos los medios de comunicación, sino que el dinero iba a engrosar cuentas en bancos de Miami y Suiza, o a invertirse en inmobiliarias de la costa mediterránea, sobre todo en la española.
Unos ciudadanos acostumbrados a viajar a Miami para ir de compras o de vacaciones porque les salía más barato que en su propio país, un país con un enorme potencial que ofrecer a los turistas, sobre todo en la costa caribeña, pero sin apenas infraestructuras. Unos ciudadanos que habían estudiado gratuitamente una carrera, un doctorado o algún master que otro en instituciones estadounidenses o europeas, porque había dinero y el Estado se lo podía permitir, se veían ahora en la ruina económica, con unos niveles de marginación y delincuencia en crecimiento geométrico, no podía ser de otra manera con los niveles de analfabetismo y planificación demográfica que poseían sus estratos sociales inferiores.
Bueno, de todo eso me habló el general. Desde luego, para mí nada nuevo.
¿Que qué podía hacer yo por ellos? Mucho más de lo que pensaba, pero para empezar bastaría con proporcionarles planos de diseño, protocolos de actuación, listas de suministradores, programas de mantenimiento preventivo y todo lo necesario, quién mejor que yo lo sabía, para una independencia total de las plataformas, que muy pronto serían, todas ellas, nacionales.
¿Que eso me convertía en un espía? ¿Que había firmado con los yanquis un contrato de confidencialidad? Y qué, todos somos espías. Ellos mismos, el propio general. Me había investigado. Sabía que mi titulación era falsa, sabía que tenía dos hijos y que sus madres no me permitían verlos, sabía que había tenido que dejar un hermoso nido deprisa y corriendo. ¿Acaso quería que investigara más?
Mira, chamo, esto no es para presionarte, todos guardamos algún secreto, pero has venido, y si has venido es que de alguna manera ya estás de nuestro lado. No te va a pasar nada. Si te pillan y te despiden, si te demandan, nosotros te recolocamos, te protegemos legal y personalmente, a ti y a tu familia, la de aquí y la de allá. No somos cuatro locos nostálgicos, pana, somos una revolución pendiente, una revolución en marcha, a nuestro estilo, una revolución bolivariana.
Si cumples con tu parte estarás dentro y el país te lo agradecerá. Y además te daremos más trabajo, no te vas a aburrir, pendejo, ya lo verás, menudo gallego de los cojones, anda, brindemos por ti y por la mulata esa que no te mereces, venir acá a robarnos las mujeres, y además las mejores, menudo coñomadre, ja, ja, ja, venga ese ron... ¡¡señoras, por ustedes, el más bello animal de la creación, ja, ja, ja... !!


jueves, 18 de septiembre de 2008

recuerdos

“Es curioso, pero vivir consiste en construir futuros recuerdos; ahora mismo, aquí frente al mar, sé que estoy preparando recuerdos minuciosos, que alguna vez me traerán la melancolía y la desesperanza.”

MEMORESCENCIAS 49

Le hablé de las clínicas de Miami, a mi morena, le dije que podíamos intentarlo con alguna de esas técnicas modernas de fertilidad, que incluso estaban empezando a implantar óvulos previa inseminación, óvulos que podían ser suyos con un poco de suerte, y si no servían podían ser donados por otra mujer, pero probablemente podría tener un hijo mío de cualquier manera.
No vamos a cambiar el curso de la vida, el designio de los dioses, contestó. Si está escrito que no he de darte un hijo, así será. Y además no quiero que me toquen más manos que las tuyas, nadie más que tú va a penetrar en mi interior. De modo que olvídalo. Tú ya tienes tus hijos, aunque no los veas, y si deseas tener otros tienes mi permiso para mantener a una concubina, aquí eso es más corriente de lo que piensas. Sabré aceptarlo con dignidad, pero no te alejes de mí, quiero tenerte cerca hasta el final, un final que presiento cercano.
Estás loca, no pienses ni por un momento que te voy a hacer algo así, yo ya he vivido mi vida y esto que vivo ahora es un regalo tuyo, te juro que te seré fiel hasta la muerte y que viviremos cien años.
Hacía dos que nos habíamos casado. No llegaba ese hijo anhelado por ambos, no estaba de acuerdo con sus dioses, pero lo dejé estar, porque ella se había convertido en mi único dios y se trataba además de su propio cuerpo y de su final decisión.
Nos dedicamos a viajar por el país a la mínima oportunidad que teníamos, cuando nos lo permitía mi trabajo, y así conocimos desde la inmensa sabana regada por ríos caudalosos que forman arenales en la orilla con su oleaje marino, hasta la costa caribeña de playas blancas y majestuosas palmeras somnolientas y las nieves de Mérida, de increíble blancura tropical, a veces en avión y otras en todoterreno por caminos que ni venían en los mapas.
No tuve en cuenta esa especie de premonición sobre su muerte, tan terrible y temprana, o más bien hice como que no la oía, porque sabía en el fondo que esa mujer, con toda su ignorancia sobre las cosas nuevas que invadían su mundo, estaba unida a los astros, constelada, y conocía todos sus designios.
Tampoco me extrañó que levitara cuando le hacía el amor, tres años más tarde, en los últimos días de su vida, casi despojada de su cuerpo debido a la morfina y al placer que aún sentía entre mis brazos.

sábado, 13 de septiembre de 2008

gobernados

"Ser gobernado es ser observado, inspeccionado, espiado,dirigido, sometido a la ley, regulado, escriturado, adoctrinado, sermoneado, verificado,estimado, clasificado según tamaño, censurado y ordenado por seres que no poseen los títulos, el conocimiento ni las virtudes apropiadas para ello. Ser gobernado significa, con motivo de cada operación, transacción o movimiento, ser anotado, registrado, contado, tasado, estampillado, medido, numerado, evaluado, autorizado, negado, autorizado, endosado, amonestado, prevenido, reformado, reajustado y corregido. Es, bajo el pretexto de la utilidad pública y en el nombre del interés general, ser puesto bajo contribución, engrillado, esquilado, estafado, monopolizado, desarraigado, agotado, embromado y robado para, a la más ligera resistencia, a la primera palabra de queja, ser reprimido, multado, difamado, fastidiado, puesto bajo precio, abatido, vencido, desarmado, restringido, encarcelado, tiroteado, maltratado, juzgado, condenado, desterrado, sacrificado, vendido, traicionado, y, para colmo de males, ridiculizado, burlado, ultrajado y deshonrado."

Pierre-Joseph Proudhon

MEMORESCENCIAS 48

Me dijeron, mira chamo, puede que este sea el próximo presidente de la República y quiere conocerte.
Estábamos los dos bien metidos en la noche, colocados de ron y buena marcha, ya sin presentarnos nos habíamos pasado las mujeres bailando, en un gesto que a mí me pareció de buena onda, movidos por el impulso de compartir lo mejor de cada cual. Es decir, que ya me cayó bien antes de que me lo presentaran formalmente.
Oye, gallego, no sé cómo has conseguido meterte a toda esta gente en el bolsillo, y mucho menos cómo has logrado que la mulata se meta en tu cama, pero necesito hombres como tú para dejarme de pendejadas y comprender cómo funciona vuestro cerebro y qué es lo que se puede esperar de vosotros. Tengo en mente un pedazo de revolución que no se lo van a creer en ningún lado, y me gustaría conocer tu opinión sobre algunos aspectos de las relaciones internacionales que mis asesores políticos no son capaces de aclararme, mira, te estaría muy agradecido si me prestaras un poco de tu tiempo, podemos quedar para almorzar en mi casa el próximo fin de semana, dime tú el día y la hora que yo haré lo demás para que te sientas como en casa, eso sí, con un poco menos de ron en el cuerpo.
Qué vaina es esa, mi general, le respondí con una amplia sonrisa, yo sólo soy un técnico que trabaja para levantar el país, y a veces no sé ni en qué país estoy.
Ves, esa es una de las cosas que tienen que cambiar, quiero que los trabajadores de este país tengan muy claro para quién trabajan, y tú desde ahora mismo tienes doblado el sueldo si dejas de pringar para la industria yanqui, y por supuesto con el salario blindado en dólares, acá lo que nos sobran son dólares que los putos yanquis, y algunos gallegos como tú, nos pagan por el petróleo.
Mi general, brindemos por esta noche perfecta, pero no te equivoques conmigo, no pienses que todos los de allá somos gallegos. Algunos nos venimos sin patria y sin cartera, pero lo damos todo por encontrar otras sin que nos recuerden que no somos nadie o que todos somos lo mismo. En estos tiempos nadie se viene a este lado a hacerse las américas, sino más bien a trabajar y dejarse el pellejo para levantar lo que ustedes no son capaces de mantener por sí mismos.
Vale, chamo, no esperaba menos de ti, sé muy bien lo que estás haciendo, pero sólo eres un eslabón sin amarrar a ninguna cadena, puede que a la mulata esa que has conquistado, y por todo ello, y por lo que he leído hoy en tu mirada, sé que eres un elemento necesario para una cadena más grande, una que estoy elaborando paso a paso y que conseguirá enlazar a toda la américa latina. Si piensas, como yo creo, que puedes formar parte de algo grande para la humanidad, para la historia moderna de esta constelación capaz de alumbrar incluso una Europa mejor, sin la presión del imperialismo yanqui por medio, entonces acude a esa cita y hablaremos con más claridad. Y si no vienes tomaré esta conversación como una desorbitada broma de borrachos y nos olvidaremos los dos de de lo que hablamos.
Pero, mi general, qué esperas de mí, sólo soy un currante, puedo dejar de trabajar para los yanquis, puedo cortar mis relaciones con ellos sin trauma alguno, ni siquiera es preciso que me doblen el sueldo, pero qué ganaríamos si siguen estando ahí y congelando los pedidos de repuestos y manejando los cambios del personal directivo...
No te preocupes por eso. Muy pronto van a dejar de estar ahí y de manejar las cosas. Lo que espero de ti no es que cambies de plataforma, sino que los vigiles y nos cuentes todo lo necesario para que jamás volvamos a necesitarlos. Y puede que espere alguna cosa más, pero eso ya lo hablaremos en su momento. En realidad no vas a ganar mucho más de lo que ya tienes, que es mucho más de lo que nunca imaginaste, ¿o no?. Tan sólo una nueva patria y una causa por la que luchar. ¿Te parece poco?¿Has oído hablar de Simón Bolívar, gallego de los cojones?
Y por alguna razón nos partimos el culo de risa mientras chocábamos nuestros vasos y brindábamos por el próximo encuentro.
Nuestras mujeres bailaban salsa juntas y nos miraban sonrientes. Todavía los ojos de mi mulata brillaban de esperanza con la fuerza del lucero del alba que se avecinaba, meses antes de contraer un cáncer de páncreas que la fulminaría en tres semanas.

LA LIBIDO Y LOS FACHAS

FUNDAMENTALISMO SANITARIO (reportaje)

Inyecciones para inhibir la libido.
La "castración química" es un tratamiento con hormonas voluntario para violadores - No es infalible, pero puede ayudar a la rehabilitación.

PERE RÍOS 13/09/2008

"Contra violación, castración", rezaba una histórica consigna de algunas feministas al inicio de la transición. La sociedad española ha cambiado mucho desde entonces, pero los violadores persisten y, al hilo del caso Mari Luz, el Gobierno ha anunciado que aplicará la llamada "castración química" a los presos que cumplen condena por delitos sexuales. Se trata de una medida que no consiste en amputar ningún órgano al violador, ni en inyectarle compuestos químicos de manera forzada, porque sería anticonstitucional.



ARTÍCULO

La administración FORZOSA y ANTICONSTITUCIONAL de compuestos químicos se viene aplicando en este país desde hace más de veinte años, en pacientes excarcelados de las instituciones psiquiátricas tras el cierre de las mismas y en drogodependientes, sobre todo en alcohólicos de amplio espectro, que puede llegar desde el bebedor habitual que duerme en casa y se adapta al trabajo a la perfección, al que se queda tirado en alguna cuneta durmiendo la mona. Todo depende (el que sea integrado en el programa asistencial o no), de su nivel de aceptación social y por tanto de los poderes fácticosanitarios de la localidad. Si no tienes dinero y das mucho cante de izquierdas ponte en lo peor.


El fundamentalismo sanitario siempre ha estado ligado al fanatismo religioso (léase fundamentalismo cristiano) y al conservadurismo político más decimonónico.


Liberales y beatos de tres al cuarto deciden sobre la vida de las personas amparados por una política contra las drogas diseñada por el ministerio de asuntos sociales y ejecutada por los grupos de acción civil más radicales y fascistas del territorio nacional, una especie de sectas bien insertadas en una mentalidad social higienista y depuradora de conflictos, que justifica cualquier tipo de actuación.


Pero no comenzábamos este artículo con un encabezamiento casual:


El aumento de la esperanza y calidad de vida en las sociedades occidentales está creando una separación de sexos que sólo se explica con fundamentos biológicos, ya que ideológica y culturalmente nunca estuvimos más unidos un sexo y otro.


Hasta ahora no nos habíamos percatado, porque el parque con palomas se llenaba de viudas más o menos jóvenes, más o menos alegres, pero ahora la ancianidad (tanta longevidad) se cubre las varices de las piernas con pantalones en los bancos del parque y juega al parchís o baila sevillanas con otras damas de su edad en bares y salones especializados cada vez más numerosos.


La mujer se hace muy vieja, menopáusica de largo recorrido, y su libido se pierde por los recovecos de su memoria sin encontrar una imagen que la subleve, le levante las nalgas y le haga buscar la compañía de los hombres.


El hombre, en cambio, fértil hasta la muerte y cargadito de testosterona a edades avanzadas, se levanta de la tumba y persigue las faldas de colores y las torneadas piernas, sobre todo bien rematadas en prominentes caderámenes.


Y no le importa la edad. Por supuesto una de treinta mejor que de cincuenta, pero si tiene veinte tampoco le vamos a hacer ascos. A más progesterona, más testosterona. Si el corazón aguanta todo vale, mejor morirse de un buen polvo que aplastado por un camión subido a la bici de los cojones o corriendo como un loco por el paseo marítimo.


Claro que eso no les parece nada bien a las viejas, y mucho menos si es tu parienta.


Así que ya sabéis, beatos, cristianos militantes y otros adoradores de la familia y las buenas costumbres de toda la vida (ese crisol de ciudadanos mansamente reprimidos e inevitablemente homologados), contra el divorcio y la excomunión: CASTRACIÓN (química, por supuesto). De lo contrario podéis acabar pagando putas y ardiendo en el infierno. O peor aún, violando alguna vecinita, una pequeña, que gritan menos y se avergüenzan de hablarlo con sus papás. O con algún retroceso de semen en el cerebro, que desemboque en parálisis permanente o en veintisiete puñaladas a la señora esposa deshormonada, triste y gruñona, pobrecita.


Y a los que nos guste follar "a esas edades", divorciarnos para que no nos castren e incluso formar otra familia para follar más y mejor (y por qué no, qué daño hacemos, qué daño hacen los que tienen dinero y títulos imperiales, o los sementales de las revistas del corazón, todos ellos tan famosos y poco criticados), pues dejadnos en paz y no nos metáis mierdecillas inconstitucionales en el cuerpo, aprovechando el tirón de los programas antidrogas. Violadores, desgraciados, degenerados de la otra españa de pandereta, represión y puñaladas.
Que os enculen a todos y a todas con un rosario de bolas de buen calibre, a ver si por ahí os entra el gusto y la necesaria iluminación.



sábado, 6 de septiembre de 2008

demócratas

“El sistema de la representación democrática es el de la hipocresía y el de la eterna mentira. Su existencia se apoya en la ignorancia del pueblo y todos sus triunfos se basan en ella”.

Bakunin

MEMORESCENCIAS 47

Acá no tenemos golondrinas. El futuro de los seres queridos que vuelven al nido en cada primavera lo adivinamos por el movimiento de los buitres en el cielo: si no se acercan al jardín de los deseos es que nuestro amor sobrevivió al invierno.
Así hablaba mi mulata de ojos azules en un país sin estaciones, donde la única señal de cambio era la época de lluvias torrenciales. Yo la escuchaba en silencio, con el asombro del amor desparramado sobre mi pobre vida de superviviente exiliado de su tierra y del amor.
Me dijo: No importa qué haya sido tu vida en el pasado, tan sólo mira hacia adelante y dime si yo estoy en ella y si es así entonces ámame, desbrózame la piel en fértiles surcos de pasión y yo te seré hembra, esposa, compañera hasta la misma muerte. Y así fue, porque la vi ante mí, nos casamos según los cánones de su iglesia y jamás miré a otra mujer en vida con la misma mirada.
No podía creer tanta felicidad reunida en un momento, azaroso homenaje que me rendía el mundo, este nuevo mundo, a mí, a un energúmeno que había desafiado todas las posibilidades de amar y ser amado.
Todo lo demás es tan sólo una sombra impensable de suceder si no es bajo su luz, pero así como la vida te concede unas cosas, también te priva de otras y por más que la surqué no fue capaz de concebir un hijo.
Rememoro su ausencia, tan temprana, miro hacia atrás, me asaltan los viejos fantasmas y no dejo de pensar que su salud se vino a la deriva con el paso del tiempo que se le iba de las manos, lo leía en sus ojos, deseando regalarme uno, regalarme así su eternidad.
Yo fui su primer hombre, su único hombre, y puedo decir que restañó todas mis heridas y que jamás me he sentido amado de tal manera, con tanta intensidad. Si merecidamente o no, no soy quién para juzgarme, pero sí es cierto que jamás me entregué tanto a una mujer.
Su muerte abrió un paréntesis de soledad en mi vida que en el día de hoy , a pesar de algunas aventuras más o menos certeras, no he conseguido cerrar.
Quizás idealizada, quizás inenarrable, no logro superar su recuerdo, busco y no encuentro su piel, su voz ni su ternura.
Cinco años de paz.
Durante ese tiempo aprendí a esperar de los demás lo que pudieran darme, y sobre todo aprendí a ofrecer todo lo que yo era capaz de dar.
Se corrió la voz de que era un tipo interesante para hacer funcionar a pleno rendimiento cualquier plataforma con problemas y en seguida me llovieron las ofertas de empleo, tanto en las dirigidas por los yanquis como en las de dirección pública, que en aquella época competían unas con otras con el consiguiente perjuicio del gobierno venezolano, siempre expuesto a las maniobras y caprichos del imperio.
Fue en una de sus fiestas familiares, con la presencia de la alta sociedad, cuando conocí a Hugo, al que ya le habían hablado de mí. No sé qué le sedujo más, si mi eficiencia técnica o mi total desinterés por la política, pero aquella tarde se escribiría una página de la historia de ese país que muy posiblemente tan sólo conozcamos los dos.

jueves, 4 de septiembre de 2008

FILIOLVIDOS

Los hijos no pueden educar a los padres.
La secuencia biológica es un marcador social inseparable de la estabilidad de la tribu, y en ella es el hijo el que toma el relevo de la sabiduría de su padre y no al revés. Aprenderá lo que él sea capaz de transmitirle, poco o mucho, y con ese legado se lanzará al mundo a interpretarlo, y asumirá las contradicciones generadas entre lo que le han enseñado y la realidad de los nuevos tiempos, para ocupar su propio lugar en el mundo, afianzar su personalidad y liberarse al fin de la figura paterna.
Pero nunca al revés: los hijos no pueden modificar las conductas y los hábitos de sus padres, porque de ello resulta una aberración biológica y un desequilibrio social que sólo puede terminar en traumas y rupturas relacionales.
La policía psiquiátrica y los abanderados del fundamentalismo sanitario, en su lucha por sanear las arcas del ministerio de la salud pública, muy cuestionable ahorro, se pasan por el forro de los cojones los más elementales principios de socialización y generan todo tipo de caos en las relaciones personales entre los supuestos pacientes que caen en sus redes y sus amigos y familiares, incluidos sus propios hijos, que son integrados en la cadena protocolaria con el dudoso fin de garantizar la salud de sus progenitores o, como contrapartida, su aislamiento total.
No sólo los atemorizan con enfermedades crónicas o terminales, como la cirrosis, la apoplejía o el cáncer, y les presentan panoramas dramáticos donde lo más beneficioso para todos sería la propia muerte de su vicioso padre alcohólico o de su puta madre cocainómana, sino que los integran desde temprana edad, a los trece o catorce años, en la administración ilegal de los psicofármacos utilizados en el "tratamiento".
Esto les crea una seguridad ficticia dentro de la relación paternofilial, que les hace sentirse superiores y por tanto capaces de eliminar la figura del padre y tratarlo como a un desgraciado más, necesitado de ayuda y sin credibilidad alguna ante sus alegaciones o en la justificación de sus actos.
Los hijos se acercan admirados y complacientes al seno de esa entidad suprafamiliar que los abraza y les promete la inmortalidad y la reinserción de sus padres a través de una vida sana, y la propia realización personal a través de la ayuda que ofrecen a sus amados drogadictos, especialmente a ese padre tan fácil de eliminar de su conciencia con ayuda tan profesional.

Cómo afectará a su futuro esa descalificación prematura de la figura paterna y el alejamiento físico que en un principio genera sin aparentes complicaciones, es algo que no explican a las familias ni a los hijos. Pero no hace falta ser muy inteligente para adivinar que nada bueno traerá: tristes olvidos, sentimientos de culpabilidad, rechazo del sistema sanitario si no se cumplen los objetivos prometidos y dolorosos remordimientos cuando alcancen edades similares y se vean abocados a los mismos problemas, casi sin darse cuenta, y no tengan un padre que les eche una mano o una madre que sepa más que ellos y en quien puedan confiar.
No importa: ya estarán al acecho los mismos que los jodieron a ellos, a sus padres, para someter al hijo cada vez más eficazmente al "tratamiento" necesario.