sábado, 13 de septiembre de 2008

LA LIBIDO Y LOS FACHAS

FUNDAMENTALISMO SANITARIO (reportaje)

Inyecciones para inhibir la libido.
La "castración química" es un tratamiento con hormonas voluntario para violadores - No es infalible, pero puede ayudar a la rehabilitación.

PERE RÍOS 13/09/2008

"Contra violación, castración", rezaba una histórica consigna de algunas feministas al inicio de la transición. La sociedad española ha cambiado mucho desde entonces, pero los violadores persisten y, al hilo del caso Mari Luz, el Gobierno ha anunciado que aplicará la llamada "castración química" a los presos que cumplen condena por delitos sexuales. Se trata de una medida que no consiste en amputar ningún órgano al violador, ni en inyectarle compuestos químicos de manera forzada, porque sería anticonstitucional.



ARTÍCULO

La administración FORZOSA y ANTICONSTITUCIONAL de compuestos químicos se viene aplicando en este país desde hace más de veinte años, en pacientes excarcelados de las instituciones psiquiátricas tras el cierre de las mismas y en drogodependientes, sobre todo en alcohólicos de amplio espectro, que puede llegar desde el bebedor habitual que duerme en casa y se adapta al trabajo a la perfección, al que se queda tirado en alguna cuneta durmiendo la mona. Todo depende (el que sea integrado en el programa asistencial o no), de su nivel de aceptación social y por tanto de los poderes fácticosanitarios de la localidad. Si no tienes dinero y das mucho cante de izquierdas ponte en lo peor.


El fundamentalismo sanitario siempre ha estado ligado al fanatismo religioso (léase fundamentalismo cristiano) y al conservadurismo político más decimonónico.


Liberales y beatos de tres al cuarto deciden sobre la vida de las personas amparados por una política contra las drogas diseñada por el ministerio de asuntos sociales y ejecutada por los grupos de acción civil más radicales y fascistas del territorio nacional, una especie de sectas bien insertadas en una mentalidad social higienista y depuradora de conflictos, que justifica cualquier tipo de actuación.


Pero no comenzábamos este artículo con un encabezamiento casual:


El aumento de la esperanza y calidad de vida en las sociedades occidentales está creando una separación de sexos que sólo se explica con fundamentos biológicos, ya que ideológica y culturalmente nunca estuvimos más unidos un sexo y otro.


Hasta ahora no nos habíamos percatado, porque el parque con palomas se llenaba de viudas más o menos jóvenes, más o menos alegres, pero ahora la ancianidad (tanta longevidad) se cubre las varices de las piernas con pantalones en los bancos del parque y juega al parchís o baila sevillanas con otras damas de su edad en bares y salones especializados cada vez más numerosos.


La mujer se hace muy vieja, menopáusica de largo recorrido, y su libido se pierde por los recovecos de su memoria sin encontrar una imagen que la subleve, le levante las nalgas y le haga buscar la compañía de los hombres.


El hombre, en cambio, fértil hasta la muerte y cargadito de testosterona a edades avanzadas, se levanta de la tumba y persigue las faldas de colores y las torneadas piernas, sobre todo bien rematadas en prominentes caderámenes.


Y no le importa la edad. Por supuesto una de treinta mejor que de cincuenta, pero si tiene veinte tampoco le vamos a hacer ascos. A más progesterona, más testosterona. Si el corazón aguanta todo vale, mejor morirse de un buen polvo que aplastado por un camión subido a la bici de los cojones o corriendo como un loco por el paseo marítimo.


Claro que eso no les parece nada bien a las viejas, y mucho menos si es tu parienta.


Así que ya sabéis, beatos, cristianos militantes y otros adoradores de la familia y las buenas costumbres de toda la vida (ese crisol de ciudadanos mansamente reprimidos e inevitablemente homologados), contra el divorcio y la excomunión: CASTRACIÓN (química, por supuesto). De lo contrario podéis acabar pagando putas y ardiendo en el infierno. O peor aún, violando alguna vecinita, una pequeña, que gritan menos y se avergüenzan de hablarlo con sus papás. O con algún retroceso de semen en el cerebro, que desemboque en parálisis permanente o en veintisiete puñaladas a la señora esposa deshormonada, triste y gruñona, pobrecita.


Y a los que nos guste follar "a esas edades", divorciarnos para que no nos castren e incluso formar otra familia para follar más y mejor (y por qué no, qué daño hacemos, qué daño hacen los que tienen dinero y títulos imperiales, o los sementales de las revistas del corazón, todos ellos tan famosos y poco criticados), pues dejadnos en paz y no nos metáis mierdecillas inconstitucionales en el cuerpo, aprovechando el tirón de los programas antidrogas. Violadores, desgraciados, degenerados de la otra españa de pandereta, represión y puñaladas.
Que os enculen a todos y a todas con un rosario de bolas de buen calibre, a ver si por ahí os entra el gusto y la necesaria iluminación.