miércoles, 21 de noviembre de 2007

EL CUARTO PODER (fundamentalismo sanitario)

EL CUARTO PODER (Un planteamiento del fundamentalismo sanitario)

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Imaginaos que este cuarto poder, que nada tiene que ver con la prensa, a no ser el cómplice silencio que ésta guarda sobre él, tiene capacidad para neutralizar, incapacitar o "suicidar" a cualquier
ciudadano molesto, a cualquier ovejita negra descarriada del rebaño.
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Imaginaos que se mueven puramente en la sombra, como una congregación esotérica de esas novelas de misterios judeomasónicos, artúricos, templarios que tan familiares nos son desde hace unas décadas gracias a los best seller norteamericanos y a ciertos “visionarios” europeos.
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Imaginaos que este cuarto poder tiene los medios precisos para realizar su trabajo con total impunidad, con el apoyo económico y la connivencia ideológica de quienes desde las más altas jerarquías del poder, dirigen los otros tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial

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Imaginaos que no actúan bajo preceptos legales, aunque sí consensuados entre ellos, a la hora de elegir a sus víctimas.

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Imaginaos que esos preceptos se rigen por valores fundamentalistas, ya sean sanitarios, religiosos, morales, conservadores y rígidos como los ángulos rectos de una esvástica.
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Imaginaos unos profesionales tan prestigiosos o bien considerados como siquiatras, sicólogos, terapeutas, asistentes sociales, educadores, oenegeros... todos ellos trabajadores sociales, ciudadanos ejemplares, tan poco sospechosos, como mano de obra del proyecto.
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Imaginaos que un número importante de estos "filántropos" mercenarios, en busca de una raza mejor, forman parte de una red nacional para dirigir y proteger la salud física y mental, así como las buenas costumbres en un país de botelloneros, fumetas, pastilleros, cocainómanos, ludópatas, folladores compulsivos y folloneros de plaza pública donde no duerme ni dios.
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Imaginaos que como no pueden demandarlos, ni encerrarlos en su puta casa ni meterlos en el trullo, pues deciden joderles la vida a los más "impresentables", y endilgarles un programilla psiquiátrico de choque, que los deja medio tarados e incapacitados para trabajar y llevar una vida normal, aparte los vicios y las manías.

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Pues bien, dejar de imaginar, porque eso ya está sucediendo. La injerencia de este cuarto poder, el poder siquiátrico, en la vida pública, donde la legislación vigente no es capaz de llegar porque no existe delito tipificado en el código penal, pero sí existe un elemento que según ellos es potencialmente peligroso para el rebaño, bien por sus convicciones políticas o religiosas, sus borracheras desmesuradas o sus ligues con jovencitas un poco distanciadas de su edad, pero adultas y a veces más putas que las gallinas, por poner algunos ejemplos, ya se está realizando.
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Existe una red a nivel nacional, la "RED ÚNICA DE ASISTENCIA SOCIAL", que escudándose en el "PLAN NACIONAL CONTRA LAS DROGAS", está derivando cuantiosas cantidades presupuestarias desde "EL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES" con la finalidad de proveer a esos elementos de los medios necesarios para el acoso y derribo de sus víctimas.
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Esa red está compuesta por trabajadores sociales titulados, que a su vez coordinan a múltiples agrupaciones privadas, vecinales y oenegeras de cada localidad, con un potencial ingente de recursos humanos, formado por personas que de un modo u otro y por unas u otras razones están en guerra contra todo tipo de drogas, malos hábitos y desviaciones variadas del rebaño, todo ello según su particular visión del mundo y su peligrosa manera de justificar unos medios que en principio no tienen más finalidad que el mantenimiento de sus puestos de trabajo, sus subvenciones o sus megalomanías paranoides.
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Las armas utilizadas son de origen químico: inhibidores del sueño, depresores del sistema central, simuladores de daños intestinales y genitourinarios e incluso castración química inducida mediante fuertes dolores de cabeza al realizar el acto sexual, por sobrepresión o liberación de alguna sustancia en las meninges al aumentar el flujo sanguíneo.
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La implantación se realiza mediante dopaje previo durante alguna comida familiar o de hermandad, o en algún bar donde pares con asiduidad y ya te estén esperando. Una vez inconsciente, te inyectan diferentes compuestos en la dermis, a modo de vacunas, de prolongada disolución y con diferentes tiempos de aparición en la superficie de la piel, hasta más de un mes, dependiendo de la zona corporal y la profundidad hipodérmica de inoculación, lo cual te deja poco margen para saber en qué momento y quienes te las han introducido, a no ser que te encierres en casa y dejes de alternar y ver a la gente. Cabeza, nariz, cuello y espalda son los lugares habituales. Huelga decir que si te vas de viaje o emprendes la huida, te llevas la porquería incorporada.
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Tu abogado te dice que no tiene capacidad para defenderte en un proceso de tal envergadura. Y tú no tienes dinero para financiarte un bufete experto en derecho médico, suponiendo que alguno deseara involucrarse, quizá por motivaciones políticas.

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Si acudes a un hospital o a un centro clínico oficial para hacerte análisis, como ya estás en el programa, el secreto corporativo los ampara y no sacas nada en claro, si acaso alguna nota en tu expediente médico desacreditando tu cordura.
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Si vas al juzgado de guardia, como ya están sobre aviso, no te hacen ni puto caso. Si te pones en lo peor y montas el número, puedes terminar directamente en el siquiátrico.
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Un cuarto poder que habría que empezar a bajarse de alguna manera. Se aceptan sugerencias, comentarios y sobre todo soluciones. Cualquier día van a por ti, no lo olvides.