domingo, 9 de noviembre de 2008

MEMORESCENCIAS 68

El general no se equivocó. La invasión de Irak colmó en unos pocos años la paciencia política de los norteamericanos y forjó al presidente más aborrecido de su corta y sanguinaria historia. Aborrecido dentro y aborrecido fuera. La venganza se transformó en sacrificio y los soldados de la patria morían en el desierto o se suicidaban al regresar, en igual o mayor número. Una guerra maldita que sólo beneficiaba a los lobbies petrolíferos y armamentísticos, que hacían el agosto a la sombra de las subvenciones y partidas presupuestarias del Congreso destinadas a salvar el honor del bendecido pueblo americano.
Ya lo habían vivido antes, pero no parecían aprender una mierda. La gente salía a la calle en Europa, para protestar contra esa guerra absurda y corrupta mientras los estadounidenses se inflaban de cocacolas y reventaban de colesterol. El pueblo más manipulado del mundo, no tenía ni idea, una vez más, de lo que se estaba cocinando en su propia cocina. Sólo protestaban los familiares de las víctimas. Pero a medida que éstas fueron creciendo se comenzó a escuchar su voz, cada vez más atronadora.
La reelección de Busch junior fue el error más grave cometido por los norteamericanos en unas elecciones presidenciales. Lo pagaron todos muy caro, en especial los ciudadanos, que lo hicieron por partida doble, primero con los muertos y después con los setecientos cincuenta mil millones de dólares que el hijoputa les regaló a los lobbies antes de dejarle la presidencia al hombre más valorado de la historia del planeta: Barak Obama.
Un mulato con nombre medio islámico, casi dan ganas de reír. Le perdonaron la vida y le entregaron la Casa Blanca a los demócratas, pero acompañada de un país en bancarrota, saqueado por los republicanos, por sus bancos y sus corporaciones. ¿De dónde cojones iban a sacar el dinero para sus planes sociales, para el cumplimiento de sus promesas electorales? ¿Con qué dinero iban a pagar los billetes de retorno de los militares desplazados en Oriente Medio?
Europa pagaría los costes, pero también pasaría factura. El intervencionismo estatal en la crisis del 2008, supuso la segunda caída del capitalismo en usa y arrastró con ella al capitalismo europeo. El gigante había dejado de serlo. De repente se sentaban en la misma mesa a solucionar sus problemas, como socios, no como súbditos del Imperio. A pesar de que todos sabían que había sido el robo de guante blanco más voluminoso y descarado de la historia occidental, cometido a plena luz del día, sabían también que era el precio que habían de pagar para terminar de una puta vez con la hegemonía norteamericana. Era el final del imperialismo unipotencial y el inicio de una nueva era en las relaciones internacionales.
A mí me pilló todo aquello pilotando el eje bolivariano: Venezuela, Cuba y Bolivia. Nos habíamos librado un par de años antes, no sin esfuerzo y tras sufrir varios intentos de derrocamiento con el apoyo de la agencia, de todas las sabandijas que pululaban al amparo de la embajada y de la dea, la central antidrogas, y cortado relaciones diplomáticas con los matones. Era imprescindible para librarnos de los espías y su intervencionismo y comenzar nuestra expansión por latinoamérica.
Que se vayan a su puta casa, yanquis del coño, a tomar por culo, había ordenado el general.