sábado, 1 de noviembre de 2008

NACIONAL-CATOLICISMO

Pervivencia del nacional-catolicismo
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Opinión - 06/04/2007 - Autor: Ahmed Lahori
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La alianza entre la Iglesia y la derecha.
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La pervivencia del nacional-catolicismo en la España democrática es uno de los problemas más graves que debe afrontar la Comunidad Económica Europea. Asistimos a un revisionismo histórico que pretende justificar todos los desmanes del catolicismo español a lo largo de la historia, y reivindicar el papel del catolicismo como vertebrador de la unidad de España. Este discurso es evidente en algunos sectores de la Iglesia católica, tales como el Opus Dei o la propia Conferencia Episcopal, quien defiende que todos los españoles deben ser gobernados según la moral católica, tal y como ellos la interpretan. Aunque existen convergencias evidentes, no puede definirse el nacional-catolicismo como una forma de fascismo. En realidad, el fascismo es el paradigma de la modernidad occidental, mientras el nacional-catolicismo representa la persistencia de elementos arcaicos en la modernidad, que nos remite a estructuras mentales propias del Antiguo Régimen. La supervivencia de este tipo de estructuras se da en otros lugares de Europa, tales como Alemania, Austria o Polonia. En España este pensamiento reaccionario está presente de forma amenazadora, de modo que la derecha democrática se ve arrastrada en muchas ocasiones hacia él. Existen muchas manifestaciones que ponen en evidencia la pervivencia soterrada de elementos reaccionarios bajo el discurso oficial del Partido Popular, un partido político integrado en los valores de la democracia y de la modernidad. Sin embargo, no puede obviarse el hecho de que altos dirigentes del Partido Popular están afiliados a sectas conocidas por su extremismo, tales como los Legionarios de Cristo. Tras la transición a la democracia, la pervivencia del nacional-catolicismo se vio seriamente amenazada. Surgieron entonces partidos que pretendían la reinstauración del régimen franquista. La incapacidad de los cuadros nacional-católicos de realizar la mutación ideológica apropiada dio paso a que su espacio político quedase vacante. Solo la iniciativa de Manuel Fraga ofreció una salida digna a través de Alianza Popular. Hay que decir que Fraga, siendo altamente conservador, tiene mucho de pragmático, alguien que mira más hacia el futuro que al pasado. Muchas de las fuerzas que se habían sentido desplazadas fueron entrando poco a poco en Alianza Popular, hasta que un nuevo pacto dio lugar al Partido Popular, como fuerza que aglutinaría a toda la derecha. Los promotores del PP eran conscientes de que estaban arrastrando consigo a fuerzas poco democráticas, pero la necesidad que el país tenía de un cambio político tras la debacle socialista hizo que muchos girasen la vista hacia otro lado, y aceptasen las pretensiones de Aznar de ocupar el centro-derecha. Durante su primera legislatura, Aznar trató de mantenerse en sintonía con la derecha europea democrática, tal vez por la presión de gobernar con el apoyo de CiU, un partido catalanista. En su segundo mandato, la mayoría absoluta facilitó el mostrar su verdadero rostro, que se mostró sin tapujos en la colaboración de España con el genocidio iraquí, por el que algún día Aznar será juzgado. Estos elementos han aparecido de forma más palpable en el momento en que el PP ha pasado a la oposición, y Aznar se ha visto liberado de su papel institucional. Tras la pérdida del poder, en el PP han emergido con fuerza todos los resabios del nacional-catolicismo. De ahí los elogios de Aznar hacia los reyes Católicos, a quienes se atribuye la unificación de España bajo el estandarte de Santiago matamoros. Al lado del discurso actual de Aznar, Le Pen a veces parece progresista. Esta frase puede parecer provocadora, pero en realidad tiene su fundamento. Le Pen representa una reacción xenófoba e identitaria propia de los estados-nación amenazados, pero su discurso es laico, cuando no laicista. En el caso del Aznar ex-presidente, vemos como el elemento religioso juega un papel cada vez más destacado. No nos referimos en ningún momento al discurso que lo llevó a ganar dos elecciones generales, basado en posicionamientos conservadores pero liberales. La actual convergencia entre la derecha católica española y el neoconservadurismo norteamericano no es sino una nueva mutación del viejo nacional-catolicismo, que busca su última oportunidad de reivindicarse a escala internacional. Una de las obsesiones del pensamiento reaccionario español es el rechazo del islam y del impresionante legado cultural andalusí. Asistimos a un discurso contra el hecho (reconocido internacionalmente) de que la España musulmana es la época de mayor esplendor civilizacional de nuestra historia. Este rechazo es comprensible, ya que pone en evidencia las miserias del catolicismo, desde los estatutos de la ‘limpieza de sangre’, la Inquisición, la persecución de los ‘herejes’ y la expulsión de musulmanes y judíos.El rechazo de al-Andalus alcanza cuotas de gran ferocidad en el presente. Dos autores destacados al respecto son Serafín Fanjul o Gustavo de Aristegui. El caso de César Vidal es interesante, ya que apunta hacia la convergencia entre el nacional-catolicismo y el fundamentalismo protestante, que todavía sueña con la ‘evangelización del mundo’ a través del poder militar usamericano (teoría del ‘destino manifiesto’- enlace al final). El nacional-catolicismo se aferra a las ideologías más reaccionarias del presente, se muta para sobrevivir. De ahí su connivencia con el fascismo en el primer tercio del siglo XX, y su separación posterior. Las tensiones entre José Antonio Primo de Rivera (representante español del fascismo europeo) y Francisco Franco (representante del nacional-catolicismo) son una muestra de lo que venimos diciendo, del mismo modo que hoy en día la convergencia señalada con el evangelismo anglosajón conduce a tensiones irresolubles, de ahí que incluso desde la derecha más católica se acuse a Aznar de ser un mero lacayo de los americanos: la idea del ‘destino manifiesto’ de los EUU pasa por la evangelización de España. Llegados a este punto, debemos aclarar que para nosotros el nacional-catolicismo nada tiene que ver con el cristianismo. O más bien: tiene tanto que ver como al-Qaeda con el islam. Es decir: tan solo la apariencia. En realidad, el cristianismo y el islam son las primeras víctimas del nacional-catolicismo y del terrorismo de al-Qaeda, en la medida en que se trata de ideologías patológicas que se erigen en sus representantes, con fines políticos y económicos concretos (no olvidemos que todos los miembros de la Conferencia Episcopal viven del Estado). Y es precisamente esta manipulación política lo que genera la desconfianza hacia la religión. En España esto es evidente en la desafección de los españoles hacia el cristianismo y en el rechazo masivo de la Iglesia.

TEORÍA DEL "DESTINO MANIFIESTO"