
Pero nunca intenté con la lectura buscar un sentido a mi destrozada vida, ni buscar un consuelo, ni siquiera buscar la parte hermosa y respetable de la amargura.
Qué otra cosa que cariño y admiración puede uno sentir por Chejov, por ese ruso con tanto talento, tísico y modesto. Pero me dan pena los lectores que a fuerza de presumir de la miseria de su vida, a la que conceden una sensibilidad estética que llaman chejoviana, la dotan de un sentimiento de belleza y grandeza, y odio a los autores listillos que convierten en profesión el dar a dichos lectores el consuelo que buscan.
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Orhan Pamuk