miércoles, 24 de diciembre de 2008

UN HOMBRE: KLAUS KLUMP

Klaus se olió a sí mismo. Pensar era algo que existía en un lugar opuesto al lugar donde se perciben los olores. Klaus pasó a gran velocidad de donde estaba pensando a su propio olor.
El olor es algo externo, es el límite del cuerpo: si es un pensamiento, penso Klaus, entonces el olor es el pensamiento límite del cuerpo, algo que está casi tan fuera de nosotros como un sombrero: nuestro olor.

Mientras que los pensamientos están protegidos por una serie de densas capas, el olor no.

Pero los pensamientos no tienen movimiento vertical, pensó Klaus. Los pensamientos sólo tienen un movimiento horizontal: avanzan como una máquina de las que avanzan, como los trenes, pero no saltan hacia arriba. No chocan con los astros, si chocan es con el árbol de enfrente.

Cuando se actúa, se olvida este movimiento interno, esta agitación interna. Como si los pensamientos se disolvieran en una materia uniforme.

Entonces, como todo es semejante aquí dentro, podemos actuar allá afuera. Y si es necesario, actuar con precisión, con minuciosidad.
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Gonçalo M. Tavares