lunes, 21 de febrero de 2011

EN DEFENSA PROPIA

Hace mucho tiempo que deposité mi esperanza en las mujeres. Vengo de buena madre.
Los hombres sólo me habían ofrecido lucha, muerte, venganza, desolación.
Creí que ellas podrían traernos un cambio de los tiempos, de las relaciones humanas... durante mucho tiempo continué depositando en ellas mi esperanza.

Un mundo mejor gracias a su inminente ascenso hacia la luz. También hacia el Poder, como medio para lograr el fin, aún sabiendo que no existe medio que justifique fin alguno, lo he dicho tantas veces.

Me hice mayor.

Comprendí que no tenía derecho a exigirles tanto, que ellas también eran juguetes del Poder y que simplemente se aprovechaban de él para medrar y cometer los mismos herrores, porque de la misma carne estamos hechos.

Fue sólo cuando empezaron a llegar teledirigidas, como  muñecas programadas por oscuros patrones, con el fin de destruir mi autoestima y socabar las más primarias intenciones de mi ser, tan románticas, para transformarlas en un puro chantaje de sexo y destrucción, de sexo a cambio de mi propia destrucción bajo sus manos de alquimistas psicotrópicas, vorágine de ardor bajo sus aguas turbias. Como un volcán erupto que exala bajo el mar sus bocanadas de invisible presencia, lava endurecida antes de alcanzar el azul, la orilla, la playa promisoria.

Así quedaron, olvidadas apenas, hechas ascuas.

Mi misoginia actual es corona de reinas.

Jamás desintiré de mis escritos.

Pienso con firmeza que mejor no hubiera existido, esa mujerarofobia, mas fue provocada por ellas y por mi férrea convicción de un futuro mejor venido de sus brazos de firme enredadera, pero sin dios que ahogue, sujetándote apenas.

Misógino lo soy, pero por sus miserias.

Ígneas como clepsidras del tiempo demoradas, en algún tiempo futuro habréis de rescatarme.

Y rescatar mi canto hacia vosotras, tras reconocimiento de vuestra mala andanza, de vuestro caminar errático por las verdes praderas de Occidente que todavía vuestro al menos más leve, aunque no salvador, andar espera.

La imagen es en honor a las mujeres que hoy luchan y empujan a sus hombres a luchar en el MAGREB, en la otra orilla.