lunes, 28 de febrero de 2011

HEROES DE ULTRATUMBA

Este es mi último escrito dirigido a los fundamentalistas sanitarios, que en paz descansen.
Recuerdo a un chavalete no mayor de veinticinco. Recuerdo que un colega me lo señaló por la calle y me dijo al oído, murmurando, mira a ese lo metieron en un programa de desintoxicación, se metía demasiado y lo salvaron.
Y andaba así, como encogido y arrugado, como si lo acabaran de sacar del agua, sobreviviente de algún naufragio que nunca apareció en las noticias.
Solitario y marcado.
Me acabo de enterar que fue Gutierrez Mellado, en paz descanse, quien fundó, valga la redundancia, la Fundación De Ayuda Contra La Drogadicción.
Él, que precisamente no supo salvar a su hijo de la heroína, de un amigo, dijeron, aunque a lo mejor también, unos hijos que seguramente no supieron librarse de la sombra de sus generalísimos padres, de un padre salvapatrias que todavía nos tocaría los cojones en su última hora de heroísmo, ya sin media hostia pero representando el mejor papel de su vida en un puto hemiciclo de payasos antitejerianos donde todos querían representar su historia y salvar a la patria de ellos mismos, feroces comediantes apoyando la histeria popular, no hay patria sin rey, y el rey haciendo la mejor actuación televisada de la historia, de yo soy dios y dios salve al rey para salvar la patria.
Se terminaron los rumores de república.
Fue un militar laureado por dios, por el rey y por la patria quien fundó la más castrense y reaccionaria fundación de salvadores personales. Un ángel de la guarda. Con todos sus protocolos de ordeno y mando y aquí no valen cojones sino galones.
Y todo porque no fue capaz de hacerlo bien una sola vez y salvar a su hijo. Seguramente estaba muy ocupado repartiendo órdenes y leches, en polvo también de sus colegas americanos en los colegios, menos mal porque sino fuera por ellos no habríamos llegado al metro y medio.
Pero no voy a divagar, que luego esto se extiende y la peña se aburre.
La cuestión es sencilla: qué cojones hacemos con los supervivientes para que no deambulen encogidos por las calles, marcados, denigrada su vida social y su dignidad humana por esos putos salvadores que lo rescataron de sus tan miserables adicciones, no más miserables que un destino que jamás eligieron?
Les metemos caña hasta que se tiren al mar y parezca que no dio tiempo a rescatarlos del naufragio?
Les abrimos todas las ventanas a su paso pero ni una sola puerta, no vaya a ser que otros se resabien y elijan el camino de la autodestrucción para salvarse?
Y es que nadie lo dejó nunca tan bien atado que no se haga olvidar.
Ese señor, y los que continúan su obra, no leyó nunca a Kafka decir hay un punto en el camino de no retorno, y justo ahí es donde yo quiero quedarme.
Y tampoco tendría tiempo para ver películas de autor, le bastaría con hacer cribar los nodos en las butacas.
Pirómanos de-mentes pero con vocación de bomberos: aquí no arde más fuego que el de mis sacrosantas pelotas.
Si hubiera tenido tiempo hubiera visto El Fuego Fatuo de Louis Malle extinguirse y le hubiera dedicado el suficiente a su hijo como para quedarse un poco más entre nosotros.
Ya está bien, heróicos fantasmas del ayer, la sombra del ciprés es alargada pero no impide que broten las semillas, no más allá de las tumbas.
Regalad a vuestras víctimas una buena playa gaditana, o caribeña, lo más al sur posible, donde nadie pueda reconocerlas.
Malditos terroristas.
Salud.