Podría deciros que nadie tiene derecho a jugar con vuestra felicidad.
Podría deciros que la felicidad tampoco existe como una permanencia en nuestro ser, sino que necesita evaluarse y encontrar los confictos de la infelicidad para ser percibida.
Podría deciros que no hemos sido creados para ser felices porque nacemos llorando.
Podría deciros que la única búsqueda posible del ser humano es esa posibilidad de ser feliz, al menos durante algunos instantes de su vida.
Podría deciros que la única búsqueda creíble en el ser humano es la de su propia felicidad, a veces compartida.
Podría deciros que si al menos no hay unos instantes de felicidad compartida no existe el amor.
Podría dediros que el amor no es un invento de los dioses, porque yo soy hombre y estoy enamorado, sigo estando, de dos mujeres a la vez.
Podría deciros que lo más importante de este mundo no es que se enamoren de ti, sino el estar enamorado, hasta los huesos, de aquellas mujeres que sembraron para ti una mirada eterna.
Podría decirte tantas cosas...
Pero la voz opaca y estridente de este mundo que hemos creado juntos no permite que se escuche mi voz.
Mi voz que intenta elevarse sobre las estridencias y se torna tan muda e inquietante...
Sólo soy un asesino más, entre su especie.
