martes, 19 de mayo de 2009

QUIEN SE PICA AJOS COME

Puede ser que algien piense: escribió todo esto porque mucho sufrió.
Pues les diría que están equivocados: sobre todo lo escribo porque me sale de los cojones.

Podría no escribirlo, podría dejar de volcar en el papel (abstracto soporte imaginario), las impresiones que me deja la vida, a quién le importaría.

Pero da la puta casualidad de que los escritores (reconocidos, proscritos, triunfadores o necios charlatanes) necesitamos dejar huella de nuestros pensamientos.

Y puestos a pensar, para qué hablar de la política internacional diseñada para unos pocos o de la necia servidumbre de escribir para mantener los niveles de audiencia (con tanto sordo que se va directamente a las páginas deportivas) en los periódicos.

Echémosle pues, en esta noche de inspirada sinceridad, una mirada reflexiva al porqué:

Escribo para inmortalizarme.

Escribo para joder a los ganadores.

Escribo para relajarme.

Escribo porque me sale de los cojones.

Escribo contra la muerte.

Escribo contra esta vida.

Escribo contra la suerte.

Escribo pa dar envidia.

Escribo para joderte.

Y escribo, sobre todo, porque sé hacerlo y porque puedo, y porque me remueve las pelotillas del ombligo y porque sé como hacerlo para inquietar a tus babosos huevecillos ocultos en la cueva, pedazo de vampiro. Quizá algunos de ellos no sobrevivan a palabras tan vivas, tan de ardorosa esencia entrometidas.

Escribo para que te dé un cáncer de próstata antes de defecar más hijos por el mundo, escribo para que no sobrepases el prepucio, para volverte loco y añejo antes de que lo hagan tus vinos de reserva, escribo para que te jodas y me leas, mamoncete sin escrúpulos pero tan mártir de ser, de no llegar a ser, como los mausoleos de tu infame familia jamás homologable y nunca perdonada.

Escribo para robarte la paz, para robarte el sueño, escribo porque soy un puto arrogante que jamás te rogará más que tu aburrido tiempo para leerme, masoquista, para hundirme cual ciénaga en tu asquerosa y miserable vida de comedia.

Escribo la tragedia de tu patético escenario. Eurípides no me Sofocles que te Esquilo.

Y mucha, mucha, infinita mierda.