viernes, 29 de mayo de 2009

RECTA FINAL

Porque quizá sea éste el último poema que te escribo, antes de olvidarme del Amor, a la deriva, dejándome llevar por la naturaleza que me pide y me apremia un final para mi soledad.

Alguien dijo hace tiempo... ¡pero esa no es forma de acabar un amor...!


Perdone que le interrumpa, pero me temo que ese amor nunca existió, fue tan sólo producto de su imaginación.


Doctor, míreme bien, si fuera sólo un subproducto imaginario, ¿por qué habría de necesitar sus servicios?


Eres un desmadrado, como tantos, sólo algunos patos y ovejas de similar calaña se acercan a mí en esta época otoñal, desorientados, sin saber muy bien si han de seguir a la manada en sus correrías transhumánticas. Lo lógico es que sigan los pasos de los demás.


Pero, doctor, por favor, no me compare con un pato, con una oveja. Le digo que para mí fue como ver la luz primera, salir de la oscuridad, de la caverna, y encontrármela allí: su mirada, su risa, su piel de terciopelo...


Ilusiones, mi amigo, ilusiones alocadas muy propias de la edad. Sobre los cuarenta, ¿verdad?


¿De qué edad me está hablando?¿acaso hay una edad para sentir, para sentirse?¿sabe lo que le digo?me parece que es usted un perfecto gilipollas.


Oiga, le recuerdo que fue usted quien requirió mis servicios, no me falte el respeto.


Petulante mamón hijodeputa, lo que menos imaginó es que además de poder pagarlos no fuera de su clase.


Pero ya que le voy a pagar la consulta me voy a despachar con vuecencia, cornuda y despistada apología del ser, hasta que le broten unas orejas dignas de escuchar a sus pacientes.


¡Oigaaa...!


¡Chitón, comeculos y cerebros fosilizados!


Yo sé que eres un hijoputa intentando ganarse el sueldo, pero también sé que las estrellas titilan ahora mismo en la noche intentando formar en una constelación el rostro de mi amada.


Tan sólo las estrellas podrían recordarlo, porque yo hace tanto tiempo que no me sumerjo en la comisura de sus labios que ya he olvidado su sonrisa.


Hace tanto tiempo que no me miro en sus ojos que parezco un puto ciego atormentado buscando en los espejos el reflejo de su mirada que una vez fue limpia y cristalina como las aguas de una torrentera. Y soñé bañarme en ella.


Maldito mamón hijodeputa, como se te ocurra abrir la boca te voy a meter la palanca de controlar los reflejos hasta el externón. ¡A callar, cabronazo!


Yo no era más que un pringadillo con hijos e hipoteca y una mujer más rancia cada dia... ¿a eso te referías con lo de los cuarenta, pedazo de gilipollas...?


Escuchar su voz, verla, estar a menos de medio metro de ella me ponía de los nervios. ¡Y nada tiene que ver con la puta edad!


Era piromagnética, sentía por ella una atracción total. ¿Qué mierda tenía que ver la diferencia de edad, sus veintitrés años apenas cumplidos?


Era una cuestión bioquímica, puramente hormonal. Debimos tener al menos un par de hijos. Y follar, follar, follar hasta quedarnos sin fuelle.


Y es cierto que a mí me daba pena y vergüenza apropiarme de una persona tan joven, hacerla mía, pero es mucho más cierto que mi cobardía y el temor al rechazo decidieron algunas soledades, aunque otras se las buscaron ellas.


¡Ni se te ocurra abrir la boca, pedazo de cabrón, me vas a escuchar toda esta puta hora que te he pagado y que por supuesto será la última que me cobres...!


Ella debía pensar que yo era un tipo con un par de cojones bien puestos y que llegado el momento sería capaz hasta de secuestrarla, así funcionaba su imaginación de princesita encerrada en su torre.


Pero yo nunca quise ser un héroe. Me aburren los héroes. No creo en ellos, ¡no creo en nada...! Suponía que si hacía las cosas con dignidad y un mínimo de decencia, todo debería rodar como un vehículo bien engrasado y puesto a punto, capaz de transportar a sus pasajeros al destino necesario.


Y ahí fue donde me equivoqué.


Porque no se me ocurrió en ningún momento que aquellos a los que había ayudado a hacer los deberes a la salida del colegio, aquellos a los que les había contado, complacidos, mis sueños imposibles, aquellos que esperaban de mí algo para ellos inextricable, me iban a traicionar.


Y vaya si lo hicieron, los muy hijosdeputa, luchando hasta lograr que ella me viera con los ojos del desengaño, convencida de que no nos merecíamos el uno al otro y lo único que íbamos a provocar era caos y destrucción a nuestro paso, en cuanto juntáramos nuestros pies.


Cuántas veces pensé llegarme hasta su casa y postrarme a sus pies y a los de su familia, pero ella nunca me dio motivo. Cuando lo intenté me rechazó y cuando me volvió loco dejé de pensar en ello.


Al margen de mi amor, porque la sigo amando de una manera inexplicable, se comportó conmigo como una hija de la gran puta y utilizó sus influencias laborales para sumirme en el terror y la tortura más ignominiosa.


Puede ser que ella piense otra cosa: un buena labor de salvación y de supervivencia, descansa vivo en paz, amado mío, pero si no fuera por ese inexplicable amor que aún siento por ella, hace tiempo que la habría matado.


¡¡Cállate, hijodeputa, que pago yo...!!