domingo, 29 de abril de 2007

LIBERTARISMO SOLIDARIO


El anarquismo basa su filosofía en la valoración suprema del hombre como unidad biológica independiente, por encima de su entidad social, con capacidad para asociarse libremente a la búsqueda de unos intereses etológicos y culturales que mejoren su modo de vida y aseguren su supervivencia y la de su descendencia.

Esta relación, creada en su propio beneficio y respaldada por el contrato social, podrá disolverse si no sirve a sus fines y el individuo se considera perjudicado.

La exclusión social tiene su origen en las disputas generadas entre los diferentes grupos por alcanzar el poder dentro de las sociedades con jerarquía piramidal. El poder se traduce en beneficios particulares sobre el reparto de la riqueza producida en el seno de la sociedad, con el consiguiente perjuicio para las personas a medida que se alejan (o son alejadas) del vértice de la pirámide.

Esta injusticia social convierte el contrato en un verdadero fraude, y proporciona por tanto al individuo el derecho de disolverlo si lo cree conveniente. Esto supone la no aceptación de las normas establecidas y la formación de nuevos modos relacionales a la búsqueda de la supervivencia.

Marginalidad, delincuencia, extremismo político... son contestaciones a dicha exclusión y responsabilidad por tanto de los grupos dominantes, provocadores del hecho diferencial y de los problemas que del mismo emanan.

El libertarismo solidario es un movimiento que hunde sus raíces en el más genuino anarquismo, para aglutinar esfuerzos de grupos e individuos excluidos (social o culturalmente), asegurando el respeto a la libertad y la individualidad humanas por encima de cualquier otra consideración, y sobreponiéndose a la vez a las diferentes contradicciones establecidas entre el individuo y las complejas sociedades actuales en el desarrollo de la supervivencia dentro de las mismas.

La búsqueda del equilibrio en el reparto de la riqueza, la horizontalidad de las relaciones interpersonales, sociales y de las diferentes instituciones creadas para posibilitar el ejercicio del federalismo y la democracia directa participativa, representan la base de su estrategia sociopolítica y corren parejos con el desmantelamiento progresivo del sistema piramidal mediante nuevos modos de organización periférica, ajenos a los mecanismos oficiales de representación y acción social, sobradamente devaluados debido a su demostrada ineficacia en la generación de justicia social.

Su progresiva expansión en la lucha sociolaboral contra el neoliberalismo, debido a su capacidad para cohesionar diferentes tendencias ideológicas, necesita el aporte estratégico de una nueva cultura (comenzando por la literatura y el arte), una nueva educación y la creación de espacios mediáticos alternativos, de contrainformación, pero también de formación de un nuevo concepto de sociedad, de contrato social y de relación entre las personas. Esta es la apuesta más fuerte del libertarismo solidario, realizable mediante la implantación en el seno de la sociedad de pequeños grupos atomizados, casi imperceptibles, que se extiendan por toda ella como células cancerosas a la espera de la soñada metástasis.