lunes, 30 de abril de 2007

DOBLE VÍA



(Una utopía racionalista)

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A gran velocidad avanza en estos tiempos la historia de la humanidad. Su destino final: perpetuarse. A través de dos túneles ciegos cuyo único sentido es confluir a la luz en algún punto que aún se atisba lejano, avanzan a diferente ritmo los dos trenes insignia del gran proyecto humano: la justicia social planetaria y la conservación de la especie.




Si el primero es promovido y arrastrado manualmente por las comunidades de base y los grupos de presión tradicionalmente comprometidos con el humanismo idealista, el reparto equitativo de la riqueza y el control de los recursos expoliados a la Naturaleza, el segundo utiliza una potente locomotora alimentada por la Ciencia y dirigida por un limitado número de individuos especializados en sus diferentes ramas: financieras, políticas, biotecnológicas, de la información, etc.




Control corporativo, legitimación política y manipulación informativa aúnan esfuerzos en Occidente para destinar enormes subvenciones privadas y monumentales sumas presupuestarias públicas a infinidad de proyectos científicos que generan nuevos conocimientos para una idealizada excusa que debería ser, realmente, su finalidad última: liberar al individuo de su mortalidad y con ello al ser humano de su desaparición, tanto en este mundo como en cualquier otro alternativo: no olvidemos que el sol se extinguirá en unos cinco mil millones de años, y mucho antes que se convierta en una peligrosa gigante roja habremos de abandonar el planeta tras planificar un largo y hoy enigmático viaje. Eso siendo optimistas y suponiendo que antes de lograrlo no nos veamos convertidos en materia fósil debido a cualquier fatalidad cosmogónica o a un exceso de nuestro bélico y depredador carácter.




Nuestra ignorancia es todavía tan suprema que no podemos desechar sin arrogancia cualquier línea de investigación que pueda conducirnos a resolver cada nueva incógnita presentada. Trabajamos en un caos investigativo que la mayoría de las veces no conduce a nada relevante. Otras veces, cuando se logra el éxito, los descubrimientos son destinados a la industria militar o a incrementar el poder de esas élites especializadas, traducido en dinero o en control sobre las masas estratégicamente desinformadas. Física de partículas, ingeniería genética, biología molecular, bioelectrónica, nanotecnología, genoma, proteinoma, clonación.... son términos que han pasado a formar parte del vocabulario popular, de manera que las han hecho tan nuestras que a nadie se le ocurriría cuestionar su desarrollo y financiación.




Mientras tanto, un tercio de la humanidad vive en la indigencia y otro tercio esclavizado, humillado y sin esperanza. Y del tercio restante, sólo unos pocos participan de verdad en la toma de decisiones y son, por tanto, dueños de su propio destino.




Muerto dios, asumimos nuestro propio proyecto de inmortalidad a través del conocimiento científico. No resulta reprochable en principio, sino más bien inherente a nuestra naturaleza mortal e inteligente, a nuestra necesidad de responder, por un lado, al instinto de supervivencia como cualquier otra especie; pero además utilizando la capacidad de análisis y previsión en el tiempo que corresponden a nuestra entidad de homo sapiens.




Es recomendable, sin embargo, considerando que no tenemos demasiada prisa y que la paz mundial no se puede edificar sobre la marginalidad y la pobreza, derivar progresivamente una parte importante de esos gastos (no sólo el simbólico y cínicamente cuestionado 0,7%) a motorizar el otro tren, a la búsqueda de un reparto de los recursos generados (por todos, como bien muestra hoy en día el mapa de explotación de recursos humanos y materias primas en la sociedad global de las corporaciones) más equitativo y distribuidor de justicia social en el planeta.




Procurar una velocidad similar para estos dos vectores y crear ventanas laterales en los túneles para no perder de vista un tren del otro, sería el primer paso hacia la convergencia en único carril y única nave que nos conduzca a todos (no sólo a una élite de poderosos depredadores superinformados) a una cada vez mayor longevidad y a la preparación de ese hoy soñado viaje espaciotemporal al que estamos abocados para perpetuar nuestro camino y mantener viva la Vida en las galaxias.

damego