La infinidad de fuerzas energéticas que subyacen en la materia, poseen capacidad sobrada para resarcirse de cualquier intervencionismo ajeno(suponiendo que pudiera serlo), incluidas la desintegración atómica y la transgenización orgánica, así como las potencialidades precisas para recrear, desde cualquier caos generado, un nuevo orden aglutinador. Que el hombre tuviera o no cabida en ese nuevo orden, sería totalmente aleatorio.