viernes, 11 de abril de 2008

YANQUISOW


YANQUISOW

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Ya sabéis, es el miedo lo que nos paraliza:

Ellos lo saben, los grandes estrategas.

El comunismo primero, el islam después.

La subida de los precios, la bajada del poder adquisitivo.

La congelación de los salarios, el derrumbe inmobiliario.

El calentamiento del planeta, el suicidio de las ballenas.

La deriva de los préstamos personales, las hipotecas de alto riesgo, impagables, desahucio campeón.

El descubrimiento de nuevos planetas, la sólida metástasis de ignotas supernovas.

Sobre nuestras cabezas los nuevos huracanes que se ciernen sin más, designio innovador de truhanes que se alzan en su sabiduría como un apocalipsis bíblico, siete en la primavera.

Números, ecuaciones, reglas inexpugnables de los que llaman ciencia a una desolación programática.

Porque tienen poder para hacer que se crea lo que ellos desearan-tan sólo por el hecho de sentirse necesarios y cobrar buenos sueldos- lo que ha de venir sin que lo llame nadie, meteoros naturales que nos causan pavor.


Contra el comunismo nos han dejado en paz. En su mundo monoteísta no pueden existir dos infiernos, van a por el islam.

Te dicen que la soja compite seriamente con los hidrocarburos y hay que parar cosechas que están fuera de casa, o bien en Argentina o en el Afganistán.

Los préstamos que le daban a cualquiera para sacar su porcentaje de puto intermediario se los van a parar. Vuelta a las caravanas y al olor al cagar.

Transbordadores sí, y estación espacial. ¿Sabéis que la misión que impulsa ese gran sueño es conseguir plutonio, uranio y miridiana en el solar lunar, en marte en el futuro e incluso más allá?

¿Y sabéis que para que todo eso sea posible bajo una explotación masiva existen unos parámetros de navegación que harían imposible el retorno de los transbordadores sin una capa extra de protección termonuclear?

¿Creéis que les importa una mierda que nos friamos en el verano con nuestros inocentes baños de sol?

Ellos no tienen tiempo para esas frivolidades.

Monstruosos caretos pálidos e hipertensos buscan la manera de ampliar la capa de ozono para no joder en una sola hornada las naves futuristas, o para ahorrarse en escudos térmicos la mitad del presupuesto.

Enviamos sondas estelares a la búsqueda de los mismos materiales sin copirraig o diferentes para ponerles la bandera. El silicio se nos queda enorme y obsoleto. Nuevos retos rentables. Llegan los nanométricos.

Los huracanes, terremotos, maremotos y otras delicias imprevisibles son una buena excusa para los contribuyentes o inexistentes que año tras año se quedan sin hogar.

En los lugares clave, donde saben que van, no se gastan un dólar en cómo controlar.

Y ni en su propia casa, ya vimos cómo eran los diques invencibles de la Nueva Orleans, plagadita de negros que importan un bluesman y siempre votan mal.

Ya no digamos fuera, donde el sunami es algo que te llega sin más.

Hipócritas cabrones, saben que algunas boyas y un seguimiento mínimo los podría salvar.

Y no nos cuentan nada, secreto militar donde ellos mismos van pregonando con himnos que la aldea es global.

Podríamos ampliar todo este despropósito hasta la saciedad.

Pero sin extenderse se ve con amplitud su objetivo final:

Presupuestos, mentiras y sobre todo el miedo, el miedo mantenido sobre todo el planeta, y crear necesidad, necesidad de luces que encienden y que apagan a propia voluntad.