viernes, 13 de mayo de 2011

GÉNEROS DE VIOLENCIA

> “Contigo no me apetece, cariño, lo siento”. “¿No
> puedo recibir a mi amigo por la noche?... pues
> también podría mamársela por la tarde, mientras le
> invito a un café”. Frases lapidarias que pueden
> desencadenar una tormenta. El maltrato psicológico
> femenino es un fenómeno en crecimiento exponencial
> que no se tiene en cuenta a la hora de elaborar las
> estadísticas de maltrato de género.
> La exacerbada violencia con que responden algunos
> hombres ante las provocaciones de sus parejas,
> seguramente no tengan justificación alguna. Pero
> habría que considerar si esas personas que hasta
> entonces se habían comportado con normalidad, sin
> antecedentes violentos en su entorno social, no
> actúan así y llegan hasta el asesinato motivados por
> algo más que un mero instinto de propiedad de la
> hembra.
> En una sociedad en que las barreras sociales y
> religiosas han sido superadas y los tabúes sexuales
> eliminados del subconsciente, en una sociedad laica
> con plena libertad sexual y medios adecuados para
> una higiene y prevención sexuales satisfactorias, en
> una sociedad en que prácticamente se han eliminado
> las etapas previas de conocimiento personal, el
> noviazgo, la seducción y otros “contratiempos”, en
> una sociedad donde las mujeres tienen una importante
> ventaja sobre el hombre en la elección  y sobre todo
> en la decisión de practicar el sexo esporádico,
> casual, de una sola noche, cuando les apetece y
> donde les apetece, en una sociedad así, ¿no correrán
> un riesgo previsible cuando se comprometen con un
> sólo hombre y le ofrecen fidelidad?
> ¿Tendremos que pensar que todo vecino e hijo de
> vecino es un asesino en potencia, que sólo está
> esperando que le toquen un poco las pelotas para
> liarse a puñaladas con el amor de su vida?
> ¿O habremos de pensar también y más justamente que
> el acceso de la mujer al mundo laboral, su
> independencia económica e ideológica, su libertad
> para moverse en círculos personales cada vez más
> amplios y desvinculados de la vida de su pareja, le
> permiten crear relaciones amistosas que terminan en
> infidelidades de todos los colores?
> ¿Y qué explicaciones dan esas mujeres a sus maridos
> cuando estos llegan a enterarse, por activo o por
> pasivo, porque te lo sueltan a la puta cara o porque
> llevan tres meses sin mirarte a la cara? ¿O acaso no
> tienen deber alguno de ofrecer una explicación?
> Cambiemos el modelo social, seamos honestos y
> empecemos a diseñar triángulos, cuadriláteros u
> orgías de fin de semana donde todo se ve y todo se
> sabe y nadie resulta engañado. Pero mientras
> continuemos pensando que la parejita, el matrimonio,
> la familia celular forman la cimentación de la
> sociedad y el paradigma de la felicidad, tendremos
> que atenernos a unas normas tácitas de fidelidad y
> respeto mutuo.
> El hecho de que las mujeres se sientan
> irrefutablemente apoyadas por la ley, porque a los
> legisladores les interesa contar con sus votos, no
> les da derecho a erigirse en únicas víctimas, ni
> siquiera en los casos de asesinatos, en los que la
> mayor parte de las veces el agresor termina
> suicidado. O bien jodido para el resto de su
> desgraciada vida.
> Pienso que se está extrapolando un problema derivado
> de la ruptura de las condiciones de un contrato,
> hacia extremismos antropológicos que en las
> sociedades modernas están más que superados. Y si
> bien es cierto que no se trata de un contrato
> cualquiera y  que intervienen en el mismo factores
> emocionales y subjetivos de difícil articulado y
> consideración, no es menos cierto que a todos nos da
> de patadas en la barriga el hecho de que nuestros
> socios nos engañen y no cumplan con sus deberes, y
> con su palabra. Y que además se queden con todo.
> De modo que ampliemos un poco más el debate público,
> sin escudarnos en los intereses políticos
> coyunturales, y creemos un espacio de honestidad
> donde encontrar verdaderas soluciones a esta lacra
> de nuestro tiempo. Eso si queremos llegar a viejos,
> y bien acompañados…