jueves, 14 de junio de 2007

OSADIA

OSADÍA

...

¿Cómo osáis decir que nos quedamos ciegos

aquellos que un buen día abandonamos la caverna?

¿Acaso conocéis mayor ceguera que la de hallarse muerto?

¡Miradnos esplender...!

Alas como puentes brotan de los costados

de aquellos que elegimos el cielo por morada,

la luz abrasadora del sol ilumina los días

y alienta en el espejo la más oscura noche.

Ahora sabemos que el mundo nunca nos ha esperado.

Llegamos por azar y por azar nos vamos.

Mientras dura el camino somos los inmortales.

No es precisa la cueva, ni el sol puede matarnos.

La cueva y la mirada, el miedo y los rebaños,

No ver no da pavor, la oscuridad os salva

de vuestros propios ojos de ciegos indolentes.

Seguid así, ocultos a la luz que os dio el ser,

protegidos del fuego que os devora,

seguid así de muertos pero no oséis decir,

-¿habráse visto tamaño atrevimiento o tan poca vergüenza?,-

que nos quedamos ciegos, que erramos nuestra senda,

que no encontramos nunca el camino de vuelta...