viernes, 1 de junio de 2007

POLVO SOMOS


POLVO SOMOS


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El tiempo que nos llevó buscarnos. Los caminos, los lodos, el soterrado chantaje del deseo batiéndose en tus flancos, asediando la fortaleza de tus sagrados miedos, minando con dientes y caricias las almenas de tu santa represión durante casi un año.


Como un guerrero asedié tus murallas, debilité tus fuerzas, derribé tus defensas y te poseí al fin. Habían caído sobre ti todos los ultimátum, la libertad llamaba a filas y había que cuadrarse bien firmes, armarse de valor y emprender la batalla del sexo revocado, prohibido por todos los estamentos, condenado por las leyes de dios y de los hombres.


Recuerdo el primer polvo completo en el asiento de atrás del renault, recuerdo tus temores, la claudicación lenta y resentida, la irremediable oscuridad de tus entrañas.


El tiempo que nos llevó encontrarnos, aprender a gozar uno del otro, a confiar uno en el otro, a sentir algo bueno el uno por el otro. Y es que somos así, que hasta a los perros les tomamos cariño. Porque a decir verdad, sólo éramos dos desconocidos huyendo de la soledad, empujados por la costumbre y las hormonas a buscar otros brazos donde recrear antiguos paraísos de sexo, procreación y convivencia. Arduo trabajo para dos jovencitos que un día encandilaron sus miradas en el carrusel de la ilusión y confundieron el azar con el destino, la casual abertura de los cuerpos con la llama divina del amor.


Tan inocentes, tan inexpertos, tan idealista yo y tan práctica tú, tan culpables los dos, sobre todo yo porque debí saberlo. Lo hubiera sabido antes de haber antes conocido el Amor.


El tiempo que nos llevó saberlo. Tan sólo tú me amaste. O me necesitaste. Con desesperación, te sujetaste a mí como náufrago a la deriva en una tierra extraña y movediza, en una vida demasiado compleja y peligrosa para tu limitada experiencia rural de siembras y cosechas ancladas en el tiempo. Niña tonta sin ambición de más sabiduría que saberse a salvo de todos los peligros, asida a su guerrero, tirando de él siempre hacia el fondo, iluminado chantaje del deseo, de nuevo hacia los lodos.


Si alguna vez te amé fue cuando ya no estabas.