jueves, 28 de febrero de 2008

GÉNEROS DE VIOLENCIA


GÉNEROS DE VIOLENCIA


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“Contigo no me apetece, cariño, lo siento”. “¿No puedo recibir a mi amigo por la noche?... pues también podría mamársela por la tarde, mientras le invito a un café”. Frases lapidarias que pueden desencadenar una tormenta. El maltrato psicológico femenino es un fenómeno en crecimiento exponencial que no se tiene en cuenta a la hora de elaborar las estadísticas de maltrato de género.


La exacerbada violencia con que responden algunos hombres ante las provocaciones de sus parejas, seguramente no tengan justificación alguna. Pero habría que considerar si esas personas que hasta entonces se habían comportado con normalidad, sin antecedentes violentos en su entorno social, no actúan así y llegan hasta el asesinato motivados por algo más que un mero instinto de propiedad de la hembra.


En una sociedad en que las barreras sociales y religiosas han sido superadas y los tabúes sexuales eliminados del subconsciente, en una sociedad laica con plena libertad sexual y medios adecuados para una higiene y prevención sexuales satisfactorias, en una sociedad en que prácticamente se han eliminado las etapas previas de conocimiento personal, el noviazgo, la seducción y otros “contratiempos”, en una sociedad donde las mujeres tienen una importante ventaja sobre el hombre en la elección y sobre todo en la decisión de practicar el sexo esporádico, casual, de una sola noche, cuando les apetece y donde les apetece, en una sociedad así, ¿no correrán un riesgo previsible cuando se comprometen con un sólo hombre y le ofrecen fidelidad?


¿Tendremos que pensar que todo vecino e hijo de vecino es un asesino en potencia, que sólo está esperando que le toquen un poco las pelotas para liarse a puñaladas con el amor de su vida?


¿O habremos de pensar también y más justamente que el acceso de la mujer al mundo laboral, su independencia económica e ideológica, su libertad para moverse en círculos personales cada vez más amplios y desvinculados de la vida de su pareja, le permiten crear relaciones amistosas que terminan en infidelidades de todos los colores?


¿Y qué explicaciones dan esas mujeres a sus maridos cuando estos llegan a enterarse, por activo o por pasivo, porque te lo sueltan a la puta cara o porque llevan tres meses sin mirarte a la cara? ¿O acaso no tienen deber alguno de ofrecer una explicación?


Cambiemos el modelo social, seamos honestos y empecemos a diseñar triángulos, cuadriláteros u orgías de fin de semana donde todo se ve y todo se sabe y nadie resulta engañado. Pero mientras continuemos pensando que la parejita, el matrimonio, la familia celular forman la cimentación de la sociedad y el paradigma de la felicidad, tendremos que atenernos a unas normas tácitas de fidelidad y respeto mutuo.


El hecho de que las mujeres se sientan irrefutablemente apoyadas por la ley, porque a los legisladores les interesa contar con sus votos, no les da derecho a erigirse en únicas víctimas, ni siquiera en los casos de asesinatos, en los que la mayor parte de las veces el agresor termina suicidado. O bien jodido para el resto de su desgraciada vida.


Pienso que se está extrapolando un problema derivado de la ruptura de las condiciones de un contrato, hacia extremismos antropológicos que en las sociedades modernas están más que superados. Y si bien es cierto que no se trata de un contrato cualquiera y que intervienen en el mismo factores emocionales y subjetivos de difícil articulado y consideración, no es menos cierto que a todos nos da de patadas en la barriga el hecho de que nuestros socios nos engañen y no cumplan con sus deberes, y con su palabra. Y que además se queden con todo.


De modo que ampliemos un poco más el debate público, sin escudarnos en los intereses políticos coyunturales, y creemos un espacio de honestidad donde encontrar verdaderas soluciones a esta lacra de nuestro tiempo. Eso si queremos llegar a viejos, y bien acompañados…