viernes, 15 de febrero de 2008

MEMORIA EPISCOPAL



HOY EN "EL PAÍS"


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Zapatero reclama al nuncio que la Iglesia respete la soberanía del Estado


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El presidente del Gobierno transmite al representante del Vaticano su descontento por las declaraciones que hicieron los obispos en una marcha por la familia.

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L.R. AIZPEOLEA / ELPAÍS.com - Madrid - 15/02/2008

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El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, acudió anoche puntual a la cita con el nuncio apostólico en España, monseñor Manuel Monteiro de Castro, para intentar rebajar la tensión generada entre la Iglesia católica y el Gobierno a raíz de los desencuentros surgidos en el último mes y medio. El jefe del Ejecutivo reclamó a Monteiro de Castro el respeto de la jerarquía eclesiástica al Estado.



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Con su visita a la sede de la Nunciatura, Zapatero persigue reforzar la relación con el Vaticano, con el restablecimiento del respeto mutuo que se deben dos Estados. En ese contexto, Zapatero ha aprovechado el encuentro para lamentar las "injerencias" de la Conferencia Episcopal Española en la soberanía de la política del Gobierno de España.


El jefe del Ejecutivo mostró su indignación, especialmente por dos expresiones de los obispos que, a su juicio, desbordan sus competencias. Por un lado, el ataque de los cardenales Agustín García-Gasco y Antonio Rouco Varela al Gobierno al afirmar que algunas de sus leyes disolvían la democracia. Ocurrió en la concentración por la familia cristiana celebrada en la plaza de Colón el 30 de diciembre.


La otra expresión de su malestar procedió de la nota de la Conferencia Episcopal dirigida a los votantes católicos con motivo de las elecciones del 9 de marzo, en la que, a juicio de Zapatero, se injería en competencias del Estado al criticar, de modo inédito, la "negociación política" con ETA, así como la inclusión de la Educación para la Ciudadanía como asignatura en la enseñanza. Ambas críticas de la jerarquía eclesiástica coincidían con aspectos clave de la política de oposición del PP, lo que llevó a concluir al PSOE que los obispos apoyaban al primer partido de la oposición.


Zapatero trasladó a Monteiro que el Estado y el Vaticano deben atenerse a lo que señala la Constitución, con respeto a la libertad religiosa y a la separación entre las funciones políticas y las de las confesiones religiosas. En este contexto, reiteró su aceptación de los compromisos adquiridos con la Iglesia católica y apeló al diálogo para superar las diferencias.


Algo más que "un caldito"


El nuncio y el presidente han cenado solos en una habitación alrededor de una mesa pequeña. Manuel Monteiro ha saludado al presidente al pie de la escalinata de la Nunciatura. Ambos han posado sonrientes para los informadores gráficos durante unos breves instantes, antes de entrar en el edificio.


El esperado 'caldito' ha sido finalmente una copiosa cena. Han comenzado degustando una "delicia de calabacín y alcachofas sobre salsa de albahaca", han continuado con un "lomo de merluza estofado a la vainilla" y han terminado con una "tabla de quesos y una mousse de lima con gelatina de té de jazmín", todo ello regado con vinos Ribera de Duero y Albariño y champagne, han informados fuentes gubernamentales.


Repercusión en la prensa internacional


La cita para el "caldito" ha traspaso las fronteras y ha llegado a la prensa internacional. El Herald Tribune y The Times llevan este asunto a sus portadas. Precisamente en The Times su titular alude a la intromisión de las altas esferas eclesiástica en la política: "El Vaticano dijo a los obispos que dejaran de 'entrometerse' en las elecciones españolas".


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COMENTARIO



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No hemos de olvidar que en este país ardieron las iglesias.


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Cuando éramos ibéricos internacionalistas en lugar de españoles de dudosa bandera.


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Cuando éramos libertarios y soñadores en vez de votos sobornables y voces secuestradas en urnas funerarias.

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Cuando éramos apátridas federalistas y frente popular contra la infamia, la vejación y el odio de los acaudalados herederos del Imperio y sus perros de la guerra.


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Por eso no es extraño que quienes deben hasta sus cimientos, apoyen la reinstauración, una vez más, del viejo orden.


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La deuda obliga, a pesar de su escasa vocación de agradecidos, parásitos divinos.


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Y el miedo apremia falaces conferencias, no vuelvan los infiernos terrenales a chamuscar la mugre de sus altas ideas, tan alejadas siempre de los hombres, de amor y providencia.