miércoles, 18 de julio de 2007

EXILIADO EN CASA

EXILIADO EN CASA

...

Cómo no he de sentirme un exiliado

si una vez fui feliz hijo de esta Tierra.

En qué lugar del camino tomé la ancha vereda

y aligerando el paso me separé de ti.

Recuerdo que esa noche

no llegó la alborada.

Las sombras se cernieron

sobre mi alma desnuda.

Sentí frío, y dolor,

un dolor umbilical

reclamando el contacto,

la anexión de tu ser.

Miraba alrededor y tú no estabas...

Gélidas manos estrechando las mías,

soledad infinita envuelta en multitudes,

lamentos abortados

y una legión de olvidos

empeñada en firmar la paz conciliadora,

la necesaria paz.

Qué triste es recordar cuando el pasado acecha

rabioso tras la esquina, de amaneceres pleno...

Cómo no he de sentirme un exiliado

después de haber contigo navegado.