lunes, 7 de mayo de 2007

EL CUARTO ELEMENTO


EL CUARTO ELEMENTO


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Hay mujeres relámpago que iluminan un cruce de caminos y se pierden después en la noche sin luna y hay mujeres camino que ascienden hasta el cielo y como un astro rey iluminan para siempre tus días. Hay mujeres manantial y mujeres desierto que abrasan como fiebre y te ahogan de sed. Hay mujeres alfombra a pie de chimenea, mujeres sombrero contra la insolación, mujeres boa que se anillan a tu cuerpo y te devoran, mujeres hola adiós y mujeres destino que se clavan para siempre al calendario. Hay mujeres que son como alpargatas de andar por casa y otras que son tacón de aguja y al caminar se clavan en tu pecho hasta que brota sangre. Hay mujeres vampiro y mujeres que sucumben ingenuas al gavilán veloz. Y las hay golondrinas que retornan al nido y vacas que pastean por verdes praderíos engordando sus pechos de nodrizas eternas. Mujeres cascabel para poner al gato, mujeres campanario de iglesia hasta la muerte, mujeres dique seco y mujeres marisma que te llenan las redes de peces de colores. Hay mujeres silencio que derraman su música a través de los poros, mujeres sonoras como cañonazos, mujeres cañón bala perdida y mujeres bandera que jamás han de librar una batalla. Hay mujeres secreto, mujeres cuatro vientos, mujeres a las que dices hola y te arrastran con ellas hasta el fondo del mar y si dices adiós te envían al infierno. Hay mujeres que se derriten como la mantequilla y otras corazón de piedra invulnerable al martillo neumático. Hay mujeres curvas para derrapar sin temor por sus blandas cunetas y las hay rectilíneas, como una interminable recta de autopista pero con peligrosos cambios de rasante que ocultan su verdad. Hay mujeres amor, mujeres odio, mujeres que lo darían todo por sentir un beso recorrerles la espalda hasta la nuca y otras que se estatúan como mármol, pavoroso al contacto de su fría blancura. Hay mujeres espiga que te ofrecen un pan en cada mano, mujeres fruta fresca para un verano ardiente y mujeres veneno que navegan por tu saliva hasta pudrirte enteras las entrañas. Hay mujeres melancólicas de tango arrabalero, mujeres sevillana que te enredan en sus faldas y te tronchas de risa, mujeres bolero para trempar sintiendo su culo entre las manos y mujeres sardana que bailan con cualquiera y escapan a tu vista. Hay mujeres yo-yo, mujeres pendulares, mujeres lapa e incluso sanguijuelas. Hay mujeres digitales que dicen todo o nada y las hay analógicas, sabias como la vida, que repelen los extremos pendulares y prefieren algún punto del arco en movimiento. Hay mujeres. A todas he amado, a todas amo, pues todas una son, como una es la tierra, como una es la mar, como uno es el aire, como uno es el hombre que la busca en la noche sin luna, para arder en su hoguera, perdido en algún cruce de caminos, temeroso de viajar a oscuras, asombrado de su propia soledad.