sábado, 19 de mayo de 2007

hermann hesse dixit


La soledad del artista, y en general la del hombre de talento, me parece inevitable, lo mismo si tiene suerte y éxito como si no. Igual de comprensible y, en el fondo, igual de bien me parece que la persona de talento, de fantasía, disimule esa soledad. Pues aun siendo inevitable que la persona dotada de talento note, antes o después, la vacía y triste limitación del hombre medio, tiene que rechazar esa observación, porque al final le llevaría a una falta de amor y a un desprecio de los seres humanos que él tampoco soportaría. Pero la gran soledad, a veces heladora, del artista o del pensador en medio del hombre adocenado, oculta o no, está siempre presente, es el precio que pagamos por lo que poseemos de más.