jueves, 16 de agosto de 2007

PAPA ESTADO



PAPÁ ESTADO



Dicen que “Papá Estado” existe. Dicen que no es bueno estar mamoneando constantemente dinero de sus ubres, como si fuésemos bebés. Dicen que no podemos esperar eterna atención, paternal seguridad, caridad ilimitada de quien dedica su tiempo a regir los destinos de tantos hombres, administrar sus tareas y juzgar sus actos. Dicen que existe y dicen que, como Dios, está siempre ocupado. Lo dicen sus hijos, hijos reconocidos, hijos oficiales, hijos predilectos fabricados a su imagen y semejanza, hijos que honran a su Padre pareciéndose a Él. Hijos que por lo tanto están siempre reunidos, de viaje, ocupados en regir los destinos de los demás, en organizar el trabajo de otros, en juzgar los actos de sus semejantes...


Están tan ocupados que no les queda tiempo para atender, ofrecer seguridad, regalar unas monedas a sus hermanos naturales, a esa muchedumbre de bastardos hijos de una madre plebeya y de un padre disoluto que los tiene desatendidos, abandonados, sumidos en la miseria y el olvido tan sólo porque no están inscritos en el “Libro de Registro”.


Dicen que “Papá Estado” existe. Lo dicen sus hijos, hijos que creen ciegamente en Él, que creen en el milagro, que viven del milagro, que predican en su nombre el milagro y en su nombre nos ofrecen una vida mejor a cambio de sufrir la que vivimos; hijos que lo adoran, hijos que lo veneran, hijos que, como si de su propia madre se tratara, no están dispuestos a compartir su tibio y caudaloso pecho con extraños, con desheredados, con míseros desarropados...